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Cuatro caminos de Roses, por la naturaleza y la historia

Mar y montaña se fusionan con mágica belleza en Roses. Y para embriagarse de ese privilegiado entorno natural que la rodea, bastan solo zapatillas de trekking, bastón, una pequeña mochila… y ponerse a caminar. ‘Roses a pie’ es la sugerente propuesta con la que esta preciosa localidad de la Costa Brava, puerta de entrada al Cabo de Creus, anima a practicar senderismo por sus alrededores. Acompañados de guías expertos, quienes se dejen tentar por este turismo activo experiencial podrán descubrir los secretos que esconde cada una de las cuatro rutas programadas para diciembre, enero, febrero y abril.

 

     Sin el sofocante calor estival, otoño e incluso invierno son épocas ideales para practicar el senderismo, un tipo de turismo activo que permite descubrir paso a paso, sin prisas, los diversos paisajes de nuestra geografía. Uno de los más bellos, por su privilegiada ubicación, es el que arropa Roses, puerta de entrada al Cabo de Creus. La perfecta fusión entre mar y montaña, sumada a una apasionante historia que arranca en el Paleolítico, hacen de esta bella localidad de la Costa Brava un destino perfecto para hacer camino al andar.

 

Consciente de que no basta solo con tener esa riqueza natural sino que hay que ponerla en valor contándola, Turismo de Roses ha puesto en marcha en otoño un tentador programa bautizado como ‘Roses a pie’ compuesto por diversas rutas senderistas acompañadas de un guía oficial del Parque Natural del Cabo de Creus, que enriquecerá culturalmente esta experiencia activa. Cuatro son las que quedan pendientes, para disfrutar de diciembre a abril.

     1–Ruta Visigóticos y megalíticos. El punto de partida es el Castrum Visigótico del Puig Rom, un pequeño monte que ofrece la mejor panorámica de Roses y su majestuosa bahía, una de las más bellas del mundo. Allí se dará a conocer cómo se gestó este núcleo fortificado de población alto medieval, habitado entre los siglos VII y VIII d.C. Seguidamente, la ruta enlazará con otro paseo por la historia mucho más antiguo, al Paleolítico, del que quedan como testimonio diferentes dólmenes, menhires, cistas e insculturas. De ellas destaca el impresionante dolmen de la Creu d’en Cobertella, uno de los monumentos prehistóricos más grandes de Catalunya, compuesto por siete bloques de piedra colocados verticalmente y cubiertos por una losa de más de 18 toneladas. Está ruta consta de 9 kilómetos, de nivel muy asequible, y está programada para el sábado 22 de diciembre.

 

     2– Rutas de los Masos de Roses. El arranque es en la estación de autobuses de la localidad y en ella podrá descubrirse cómo, a la sombra del castillo de Bufalaranya, un puñado de masos habían estructurado las vertientes solanas de la sierra de Rodes. A lo largo de 6 kilómetros que transcurren por el fondo del valle del serrat de Can Berta, alrededor de la Riera de la Trencada, aparecen estas casas de campesinos, como Mas d’en Berta, Mas Ponac, Mas Favar, actualmente en ruinas; Mas Palou, reconvertido en hotel; o Can Pairet, que está habitada. Todas ellas son propiedades en las que la naturaleza convive con las explotaciones agrícolas. La ruta guiada, de nivel fácil, se efectuará el sábado 26 de enero.

 

     3–Ruta del Pic de l’Àliga, entre olivos. Se inicia también en la estación de autobuses de Roses para adentrarse en el valle de la Alzeda y ascender al Pic de l’Àliga, de 463 metros desde donde se contempla otra espectacular panorámica de la bahía de Roses, hacia el sur. Al norte, a vista de águila, puede vislumbrarse la más modesta bahía de Port de la Selva, encajada entre valles y montañas del Cabo de Creus. Esta ruta, de 9 kilómetros y nivel medio-alto, prosigue por el valle de la Alzeda y permite descubrir el antiguo cultivo del olivo en esta zona, con la bahía al fondo. La salida será el sábado 16 de febrero.

   4–Ruta de Cala Montjoi a Cadaqués. Su punto de partida será en la parada del Tren Turístico Roses Expres, que trasladará a los senderistas hasta la Cala Montjoi, donde Ferràn Adrià está construyento otro de sus sueños, la Fundación El Bulli, que dará continuidad al que fuera mejor restaurante del mundo. Esta ruta consta de 10 kilómetros de nivel medio-alto y transcurre por un tramo del GR92, casi todo él dentro del Parque Natural del Cabo de Creus, recorriendo algunas de las más espectaculares calas del norte de la Costa Brava, como Calitjàs, Pedrosa o Jóncols, cruzando el impresionante Cabo de Norfeu hasta la pintoresca villa de Cadaqués. Desde allí se regresará a Roses en autobús o en catamarán, según las condiciones meteorológicas. La ruta guiada está programada para el sábado 6 de abril.

 

   Todas estas rutas son gratuitas pero es preciso realizar inscripción previa. Para más información consultar la web http://es.visit.roses.cat/

 

 

Roses, la puerta de entrada al fascinante Parque Natural del Cabo de Creus

Inmortalizado su entorno en el cine por ‘La luz del fin del mundo’, el faro de Creus es sólo la punta del iceberg de un fascinante Parque Natural que este año cumple dos décadas, al amparo del cabo más oriental de la Península Ibérica y primer lugar por donde sale el sol. Senderos desde donde admirar su rica biodiversidad, abruptas y recortadas calas y un maravilloso monasterio benedictino casi colgado del cielo son atractivos más que suficientes para una escapada a Roses, su puerta de entrada, en la zona norte de la Costa Brava.

 

     Sopla con fuerza la Tramuntana, agitando un mágico paisaje impregnado por la luz y el olor del Mediterráneo cantado por Serrat. Y se alza altivo un faro en cuyos alrededores inmortalizó Hollywood un filme de piratas, ‘La luz del fin del mundo’, inspirado en una novela de Julio Verne, que llevó hasta allí a mitos del star system como Yul Brinner o Kirk Douglas hace medio siglo. Es el cabo de Creus, el finisterre oriental de la Península Ibérica, que da nombre a un fascinante Parque Natural que este año cumple dos décadas.

 

     Su puerta de acceso es Roses, localidad de la Costa Brava (Girona) que gracias a sus atractivos patrimoniales ­–como la Ciudadela o el Castillo de la Trinitat–; arqueológicos –como su conjunto megalítico o el castrum visigótico–; y naturales –como el Parque Natural del Cabo de Creus–, es un destino ideal para una escapada en cualquier época del año, como ahora en otoño. Una villa marinera acurrucada en una de las más majestuosas bahías del mundo y antesala de 13.844 hectáreas para disfrutar de la naturaleza en estado puro.

 

Mar y montaña se fusionan en este Parque Natural tan singular que está constituido por una parte terrestre y otra marítima. La terrestre alberga tres parajes bien definidos. El más cercano a Roses, apenas 6 kilómetros al norte, es el Cabo Norfeu, que penetra en el Mediterráneo como una daga, entre Cala Montjoi –que acogía al mítico El Bulli de Ferran Adrià, el que fuera mejor restaurante del mundo, que pronto reabrirá como Fundación gastronómica– y la bahía de Jóncols. Un entorno rocoso, labrado por la erosión de la Tramuntana, cuya parte más elevada aún conserva los restos de una torre vigía del siglo XVI.

 

Un poco más al norte se halla el paraje del Cabo de Creus, abrupto promontorio situado a 672 metros de altitud, con un faro y una terraza-mirador donde quedarse absorto ante un maravilloso espectáculo natural: recortados acantilados que esculpen recónditas calas donde olvidarse del mundo, como si el tiempo se hubiera detenido. Este paraje incluye también las islas de la Maça Major y S’Encalladora.

Ya en el interior, el tercer paraje terrestre del parque, la Sierra de Rodes, acoge en la ladera de una de sus cimas el monasterio benedictino de Sant Pere de Rodes, del siglo IX al XI. Una auténtica joya del romántico catalán que forma parte de un conjunto monumental que incluye una iglesia, una torre campanario y otra torre de defensa. Desde este monasterio, que hoy día es una de las sedes del Parque, se accede por una ruta a pie a un espectacular mirador panorámico que ofrece las más impresionantes vistas del conjunto del Cabo de Creus, con Roses al fondo. Y muy cerca pueden admirare también las ruinas del Castillo de Sant Salvador de Verdera, del siglo IX.

 

La reserva marítima protegida ocupa un quinto del espacio del Parque Natural y oscila entre 1,3 y 0,2 millas mar adentro, destacando los espacios cercanos a los dos cabos –Creus y Norfeu, los Farallones –rocas altas y escarpadas que sobresalen del mar–, y la zona norte de la isla de S’Encalladora, destacando una riqueza subacuática visible practicando submarinismo. Todo este recortado litoral puede contemplarse también desde el mar con excursiones en catamarán que parten del puerto de Roses, o en una pequeña barca tradicional, desde Port Lligat.

Los amantes del senderismo podrán admirar la biodiversidad del Parque con sendas de gran recorrido, como la GR-11, que desde la sierra de l’Albera llega a la villa marinera de Llançà pasando por el monasterio de Sant Pere de Rodes; o la GR-92, que realiza un recorrido por todos los municipios del Parque –Llançà, Port de la Selva, Cadaqués, Roses, Palau-Savardera y Paz– enlazando con otro Parque Natural, els Aiguamolls de l’Empordà. Otra interesante opción es tomar el Antiguo Camino de Cadaqués al Cabo de Creus de 14,8 kilómetros.

 

Y tras brujulear por todo el entorno natural del Cabo de Creus, nada mejor que regresar a Roses para relajarse degustando su sabrosa oferta gastronómica, en la que reina un antiguo guiso marinero convertido hoy día en excelso manjar: el Suquet de Peix.