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ELEGANCIA FRENTE AL ATLÁNTICO: EL SOSIEGO DE VILA GALÉ CASCAIS

 

 

En el entramado de la costa atlántica, donde la historia y la brisa marina se funden, emerge el Hotel Vila Galé Cascais, un enclave de serenidad y sofisticación. Ubicado sobre el mar y a un suspiro del centro histórico del pueblo, este establecimiento se alza como el punto de partida ideal para quienes buscan el equilibrio entre el recogimiento y la proximidad a los encantos locales.

Completamente renovado en 2009, el hotel acoge a sus huéspedes en 233 habitaciones y suites, todas ellas de amplitud generosa. Es en sus estancias donde la experiencia alcanza su plenitud, ofreciendo en muchas de ellas vistas impresionantes sobre el Océano Atlántico, un lienzo azul que hipnotiza desde el amanecer.

La propuesta del Vila Galé Cascais va más allá de un simple alojamiento. En su interior, el huésped encuentra un restaurante con la tentación de un puesto de cocina en vivo y dos bares que invitan a la conversación sosegada. Para el bienestar, el Satsanga Wellness ofrece un santuario donde disfrutar de masajes y tratamientos de belleza, un complemento perfecto para la relajación. La conectividad está garantizada con wi-fi gratuito en todas las partes, y la funcionalidad se materializa en salas de reuniones con luz natural.

Al exterior, la vida se organiza alrededor de sus jardines y la piscina, espacios dedicados al disfrute bajo el sol. Pensando en el ocio familiar, los más pequeños disponen de un parque infantil. Su posición privilegiada, a escasos metros de la Marina de Cascais y de la célebre Boca do Inferno, permite una inmersión inmediata en la belleza del entorno.

Itinerarios Imprescindibles en los Alrededores

La ubicación central del Hotel Vila Galé Cascais invita a explorar a pie un entorno de ineludible atractivo. Aunque la atención se centre en el sosiego del hotel, los alrededores prometen enriquecer la estancia con paseos y descubrimientos culturales:

  • Paseo por el centro histórico: Un recorrido que se despliega desde el hotel, con la Rua Direita como principal arteria comercial de este pintoresco pueblo.
  • Casa de Historias de Paula Rêgo: Una visita obligada al espacio diseñado por el renombrado arquitecto portugués Eduardo Souto Moura.
  • La Marina y Boca do Inferno: Un paseo junto a los amarres o una visita a los acantilados de la Boca do Inferno, un escenario perfecto para la fotografía evocadora.
  • La Playa de Guincho: Un enclave natural que no se debe perder.
  • Ruta Palaciega: Una hoja de ruta que se extiende desde los palacetes de Estoril hasta el misterio serrano de Sintra, y que incluye la majestad atemporal del Hotel Palacio Estoril.
  • Capítulos Gastronómicos: Desde el deleite imperecedero de un helado en la histórica Santini hasta los sabores marineros de un clásico como el restaurante O Pescador.

Para los aficionados a la actividad, las cercanías ofrecen la posibilidad de jugar al golf o practicar deportes acuáticos como surf, bodyboard y kitesurf. Y para una incursión urbana, la vibrante Lisboa se encuentra a apenas media hora en tren, prolongando las posibilidades de un viaje marcado por la distinción.

 

 

 

 

Más información: www.vilagale.com

VIVE LA TRADICIÓN MEXICANA SIN SALIR DE MADRID

Una experiencia que combina el encanto de un hotel boutique con la tradición mexicana del Altar de Muertos en la Casa de México, abierto del 4 de octubre al 9 de noviembre.

 

 

El Hotel Meninas, situado en pleno corazón de Madrid, propone una escapada singular para descubrir una de las tradiciones más emblemáticas de México: el Día de Muertos. Durante esta temporada, la Casa de México en España acoge su espectacular ‘Altar de Muertos’, ofreciendo a visitantes y viajeros la oportunidad de sumergirse en esta colorida celebración mientras disfrutan de una estancia con todo el encanto madrileño.

El Día de Muertos es una de las festividades más reconocidas de México, declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO. Cada año, la Fundación Casa de México en España transforma sus espacios con un impresionante ‘Altar de Muertos’, que en esta edición podrá visitarse del 4 de octubre al 9 de noviembre.

Este altar no solo honra a quienes ya partieron, sino que también recuerda la vida. En esta edición, titulada ‘Cabaret, El recuerdo’, tiene sus raíces en las primeras décadas del siglo XX y que llegó a México como una forma de entretenimiento nocturno en cafés y salones. Una manera especial de recordar cantando y bailando a los seres queridos.

Una visita a esta actividad es la excusa perfecta para conocer Madrid y alojarse en el Hotel Meninas. Su atmósfera elegante y sus 37 habitaciones con encanto ofrecen el marco perfecto para disfrutar de un viaje que aúna cultura, tradición y hospitalidad. Este alojamiento cuenta con una ubicación privilegiada a escasos minutos de la arteria principal de la ciudad, la Gran Vía y del Palacio Real.

Además de la experiencia en la Casa de México, los huéspedes del Hotel Meninas podrán aprovechar para recorrer algunos de los rincones más emblemáticos de la ciudad, desde teatros y museos hasta la vibrante oferta gastronómica madrileña.

De este modo, el Hotel Meninas se convierte en el punto de partida ideal para quienes buscan vivir un viaje diferente, donde la tradición mexicana y la esencia de Madrid se encuentran en un mismo plan.

 

 

Más información y reservas:

https://www.hotelmeninas.es/

FORMENTERA: UN VIAJE A TRAVÉS DEL TIEMPO EN TRES YACIMIENTOS

 

Formentera, ese luminoso refugio mediterráneo donde el azul del mar se funde con el cielo, es mucho más que playas de arena blanca y aguas transparentes. Bajo su apacible superficie contemporánea late un pasado milenario, un legado arqueológico que invita al viajero a emprender un fascinante recorrido por la Prehistoria y la Antigüedad. Tres enclaves —Ca na Costa, Cap de Barbaria y Can Blai— conforman un triángulo patrimonial único, testimonio de las civilizaciones que habitaron esta isla mucho antes de que se convirtiera en un paraíso turístico.

 

Ca na Costa: el enigma megalítico

A escasos pasos de la vibrante Es Pujols, junto a la tranquilidad de la laguna de Estany Pudent, emerge uno de los monumentos funerarios más intrigantes del Mediterráneo occidental: el sepulcro megalítico de Ca na Costa. Descubierto en 1974, este yacimiento data de los albores de la Edad del Bronce (2040-1600 a.C.) y destaca por su singular estructura. Una cámara central, delimitada por imponentes losas verticales, se rodea de tres anillos concéntricos de empedrado y 22 radios de piedra, mientras un corredor conduce al corazón del recinto. Su diseño, de claro carácter ritual, evoca ceremonias ancestrales bajo las estrellas pitiusas.

Cap de Barbaria: vestigios de una sociedad olvidada

En el extremo sur de la isla, donde la tierra se desgarra en acantilados batidos por el viento, los yacimientos de Cap de Barbaria I, II y III revelan la huella de una próspera comunidad de la Edad del Bronce (1600-1000 a.C.). De los más de veinte asentamientos documentados en esta árida zona —hoy deshabitada—, Cap de Barbaria II destaca por su complejidad: un laberinto de muros curvos que dibujan habitaciones, talleres y corrales, adosados en formas elípticas y semicirculares. Cada piedra habla de una vida cotidiana ligada al mar, la agricultura y el pastoreo, en un paisaje que el tiempo ha petrificado.

Can Blai: la sombra de Roma

En el camino hacia Es Caló, los restos del castellum romano de Can Blai (siglos III-IV d.C.) recuerdan que Formentera también fue un enclave estratégico para el Imperio. Esta fortificación de planta cuadrada, con torres en sus esquinas, pudo servir como refugio para la población local en una época de inestabilidad. Aunque su estado es fragmentario, su mera presencia desafía la imagen de una isla ajena a los vaivenes de la historia.

Un patrimonio para descubrir sin prisa

Estos tres hitos arqueológicos —separados por siglos, pero unidos por el mismo territorio— pueden visitarse entre baño y baño, integrando cultura y naturaleza. Ya sea en bicicleta, recorriendo las Rutas Verdes, o a pie bajo la luz dorada del atardecer, Formentera ofrece la rara oportunidad de viajar en el tiempo sin renunciar a los placeres del presente. Porque aquí, la historia no está encerrada en vitrinas: se alza entre salinas, pinos y el rumor del mar, invitando a quien quiera escucharla.

Más información: www.formentera.es

 

UN OTOÑO DE LUCES Y CONTRASTES EN CEE

Un destino que se viste de naranja y ocre, creando un escenario singular donde disfrutar de naturaleza, gastronomía y patrimonio.

En el alma de la Costa da Morte, Cee es ese rincón donde el otoño se despliega en silencio, dibujando con pinceladas cálidas un paisaje que invita a la pausa y el recogimiento. Aquí la naturaleza susurra y se hace presente en cada instante, en cada atardecer que se vive con la delicadeza de un secreto compartido.

El otoño transforma Cee en un lugar perfecto para quienes desean disfrutar de la Costa da Morte a otro ritmo. Este destino ofrece al viajero una atmósfera sensacional para disfrutar de unos días rodeados de naturaleza.

Con salida al mar, y arropado por varios montes, Cee ofrece una geografía de contrastes. Desde el Mirador de Gures, el cielo se transforma en un lienzo único cada día. Los atardeceres nunca se repiten: ocres, dorados y rojos que arden con la luz menguante del sol se funden con la brisa fresca del otoño para crear un momento de pura poesía visual, efímero e inolvidable.

En el Monte de Banle (Ameixenda), la calma se siente en la tierra y en el aire, un espacio donde respirar profundo y sentir el latido sereno de la naturaleza. Un refugio para quienes buscan desconectar y reconectar, o para quienes saben que hay belleza en la quietud y en la contemplación. Desde allí se puede observar Cabo de Fisterra, el Monte Pindo, las islas Lobeiras y los Carrumeiros.

La playa de Estorde ofrece un espectáculo que va más allá de lo cotidiano. Al caer la noche, la Vía Láctea se despliega como una bóveda celestial, un techo de estrellas que arropa el firmamento con una pureza y una grandiosidad que sobrecogen. Allí, en ese silencio estrellado, el alma encuentra su hogar.

Y en Lires, el mar y el cielo dialogan en un eterno vaivén, donde los últimos destellos del día se mezclan con la sal y el viento. En este rincón el tiempo parece detenerse, el otoño susurra y la noche se abre para mostrar su manto estrellado.

Cee no es solo un destino, es también un encuentro íntimo con la naturaleza y con uno mismo. Un lugar donde el otoño y las estrellas se conjuran para regalar experiencias que permanecen, como huellas en el alma.

 

Para más información: https://www.turismodecee.es/es/

UN VIAJE AL CORAZÓN DEL CASTAÑAR, OTRO DE LOS TESOROS OCULTOS DE HUELVA

 

 

El otoño se vive con una intensidad diferente al adentrarse en la Sierra de Huelva. Mientras la capital se resiste a mudar sus colores, el camino hacia la comarca de la Sierra de Aracena y Picos de Aroche es un delicioso espectáculo visual: un lienzo de verdes, anaranjados, amarillos y ocres que anticipan la llegada del frío. En esta época, un paseo por el campo no es solo un placer para la vista, sino una inmersión en una de las tradiciones gastronómicas y económicas más importantes de la zona.

Disfrutar de la castaña en Huelva es disfrutar de un manjar sencillo que atesora aromas, texturas y sabores de lujo, y un reflejo del rico patrimonio artesano y culinario de la zona.

Para descubrir una ruta en toda regla, convendría dirigirse en primer lugar al Centro de Visitantes Cabildo Viejo de Aracena, un edificio histórico del siglo XVI. Tras una breve parada, toca llegar al comienzo de la ruta, adentrándose en el Parque Natural Sierra de Aracena y Picos de Aroche. Aquí, la temperatura es sensiblemente más fresca que en la capital, pero el sol de la mañana suele acompañar en el camino, que huele a tierra húmeda, a vegetación pura y a hierbas aromáticas.

El ambiente es familiar, lleno de niños, todos deseosos de conocer más sobre el motor económico de esta comarca: la castaña. El castaño, que puebla unas cinco mil hectáreas del parque, no es un árbol autóctono. Fue introducido en la zona durante la Reconquista por leoneses, gallegos y asturianos, dejando su impronta cultural y vegetal. Lo que vemos hoy son árboles monumentales,

algunos de hasta veinte metros, domesticados y llenos de injertos para maximizar la producción de fruto.

Gracias a este cuidado, cada año pueden recolectarse hasta un millón de kilos de castañas. Una cifra que subraya la importancia de este fruto en la economía local. De hecho, los guías advierten de la problemática del robo de castañas en las propiedades privadas, animando a los visitantes a recoger solo las que encuentran en el camino público, o de forma controlada en las fincas de producción. Esta actividad, así, se convierte también en una forma de favorecer la economía del lugar.

La Magia de la Recolección

Aprender sobre el entorno con la ayuda de expertos locales convierte el paseo en una lección botánica. Los castaños de hoy sustituyeron a las viñas en 1850, tras una enfermedad que afectó al viñedo. Un castaño no da sus primeros frutos hasta los veinte años, alcanzando su máxima productividad a los cien. Por ello, los propietarios plantan nuevos árboles junto a los viejos para asegurar el relevo generacional.

La recolección se realiza siempre desde el suelo, como las nueces o las bellotas. El fruto maduro cae cuando el erizo que lo envuelve se abre. Un erizo, si la temporada es buena, alberga hasta tres castañas comestibles. Si el clima no acompaña, dos castañas de fuera prensan a la interior, dejando una castaña inservible llamada «cuchareta».

Otra de las particularidades de esta ruta es el aprendizaje de nuevos términos. La castaña se «apaña», de ahí el término «apañaor» para el recolector. La recolección suele durar un mes, desde mediados de octubre hasta mediados de noviembre, aunque la climatología (como el retraso en el frío año tras año) puede alargar el periodo.

Mientras, los niños recolectan castañas con una ilusión que no tiene precio. Esto es sentir Huelva, mezclarse con el entorno. Al final de la ruta, se llega a una finca de producción ecológica donde hacerse cargo del cariño y el mimo que se pone en los castaños durante todo el año para obtener un fruto de calidad. El viajero se marcha feliz, con el camino de vuelta endulzado por las castañas recogidas y un sabor de boca que es puro otoño serrano.

 

Más información: www.destinohuelva.org

CIUTADELLA DE MENORCA, UN CAPRICHO PARA DARSE EN ESTE OTOÑO

Señorial y elegante, esta ciudad es un compendio de rincones y experiencias que, en esta época del año, sorprende más aún a viajeros que buscan ese instante irrepetible.

 

 

La antigua capital de la isla es un enclave que condensa la historia y el encanto más sofisticado del Mediterráneo. Ciutadella de Menorca no es solo la ciudad más poblada de la isla; es un lienzo donde cada civilización ha dejado un trazo imborrable, convirtiéndola en un referente turístico internacional de gusto exquisito. Su ubicación estratégica la hizo codiciada a lo largo de los siglos, y hoy, sus fortalezas, casas señoriales y edificios religiosos nos susurran esas ajetreadas historias.

Ciutadella es el campo base ideal para explorar el oeste menorquín, ofreciendo una amplia y variada oferta de alojamientos, pero es en su corazón donde late la verdadera esencia que fascina al viajero.

La Memoria Pétrea del Casco Histórico

El punto de partida de nuestra ruta es ineludible: la Plaza del Born. En el centro de esta explanada, donde se percibe el profundo aroma a pino que evoca el Mediterráneo puro, se alza un imponente obelisco de 22 metros que rinde homenaje a la célebre batalla contra los turcos en 1558. A su alrededor, el neoclasicismo civil se exhibe con maestría en edificios ilustres como el Palacio Torre-Saura y el Palacio Salort, este último también propiedad del conde de Torre-Saura.

Justo en esta plaza encontramos el Ayuntamiento, un edificio que encarna la evolución histórica de Ciutadella. Si bien el edificio actual comenzó a usarse para estas funciones en 1925, su origen es mucho más antiguo, datando de la época musulmana como una fortaleza (qasr) que derivó en el Real Alcázar. Con los años, fue el Palacio del Gobernador hasta 1865. Hoy, en su interior, el Saló Gòtic nos cautiva, albergando la curiosa galería de retratos de los Hijos Ilustres de Ciutadella.

A pocos pasos, las angostas calles nos invitan a perdernos, con nombres tan curiosos como Que no passa o Ses Voltes (Las Arcadas), que nos guían hacia el edificio religioso más significativo: la Catedral de Santa María.

Elegancia y Devoción: El Gótico Catalán y el Barroco

La Catedral de Santa María, erigida en honor a Alfonso III tras la conquista de 1287, ocupa el espacio de la antigua mezquita musulmana. Su larga construcción durante el siglo XIV siguió los patrones del gótico catalán, si bien se conserva el minarete del templo musulmán transformado en la torre del campanario.

En el exterior, de estructura vetusta y sobria, la Puerta de Llum nos regala capiteles con relieves de animales quiméricos y los escudos de Aragón y Ciutadella, un detalle sutil y fascinante. Ya en el interior, la capilla de les Ànimes destaca por ser una de las primeras construcciones barrocas de la isla.

La arquitectura religiosa nos reserva otra joya: la Iglesia del Roser. Muchos consideran que posee la fachada más hermosa de toda la isla. Su construcción, con la característica piedra de marés –símbolo de las Islas Baleares–, irradia una calidez singular. Concluida en 1750 por la familia Amorós, hoy se ha convertido en una de las salas de exposiciones más destacadas de Menorca.

La Nobleza y el Mar: Casas Señoriales y el Puerto

Pasear por Ciutadella es toparse con la impronta de las familias más notorias de Menorca a través de sus casas señoriales. Estas propiedades son a menudo el resultado de la unión de diferentes casas unificadas en una única fachada. Can Saura, de finales del siglo XVII e inicios del XVIII, es un ejemplo notable, destacando su coronación con ventanillas separadas por columnas y una cornisa volada de profusa decoración. Actualmente acoge el Museo de Ciutadella. Otras fachadas, como la de Ca n’Olivar, con pilastras almohadilladas y cornisa con dentellones, revelan las influencias estilísticas del siglo XVIII, mientras que Cas Baró de Lluriach, el palacete más antiguo, esboza apenas algunos elementos barrocos de finales del siglo XVII.

Al descender, llegamos al Puerto de Ciutadella, un pequeño puerto natural al abrigo de la Tramuntana. Recorrerlo, disfrutando de la perspectiva de las embarcaciones de pesca, es una experiencia que se tiñe de nostalgia mediterránea, ideal a la hora del crepúsculo. Es aquí donde se puede ser testigo de un acontecimiento natural extraordinario: la rissaga, un fenómeno peculiar donde el nivel del mar puede subir exponencialmente en minutos si se dan las condiciones meteorológicas adecuadas. Un dique instalado desde 2011 ayuda a minimizar los daños a la flota, aunque la fuerza del Mediterráneo se sigue apreciando.

Atardeceres Mágicos y Vestigios Talayóticos

Guardando la bocana del puerto desde 1680, se alza el Castillo de Sant Nicolau, una robusta torre de vigilancia de planta octogonal. Su austera vista exterior, rodeada por un foso, se suaviza con la cariátide y el atlante de la portada de 1990. Subir a la terraza que la corona ofrece una de las mejores vistas de Ciutadella y la costa menorquina.

Para una perspectiva aún más especial, el sendero hasta el Faro de Punta Nati es una visita obligada. En este paisaje casi lunar, azotado por la tramontana y flanqueado por muretes de piedra seca, se contempla una de las mejores puestas de sol de Menorca. Se aconseja una prenda de abrigo, ya que los vientos hacen de este punto uno de los más frescos todo el año.

Ciutadella es, en definitiva, un destino que seduce al viajero con su historia viva, su arquitectura de alto abolengo y sus paisajes que invitan al sosiego. Un deleite para los sentidos que la ha alzado como la indiscutible joya del oeste de Menorca.

Más información: www.menorca.es