UN PEQUEÑO PLACER VERANIEGO POR MENORCA: RECORRERLA CALZADO CON UNAS AVARCAS

¿Sabías que en Menorca se elaboran una de las sandalias más populares, prácticas y que son sinónimo de verano y de comodidad? Llevar unas avarcas es llevar Menorca en tus pies…

 

 

En el corazón del Mediterráneo, donde el sol acaricia las calas y la brisa marina mece los campos, Menorca se desvela no solo a través de sus paisajes, sino también en cada pisada. Y es que, en el estío menorquín, un calzado artesanal, la avarca, se convierte en un compañero omnipresente, un testimonio palpable de la cultura, la tradición y la comodidad de la isla. Este singular producto, el más emblemático y de mayor relevancia internacional, ha conquistado ya los cinco continentes, cautivando por igual a hombres y mujeres, a pequeños y mayores, con su frescura, versatilidad y una calidad que perdura.

La avarca trasciende su función de simple sandalia veraniega. Su diseño depurado permite una adaptabilidad sorprendente, capaz de complementar un atuendo informal durante el día o añadir un toque de distinción a las noches estivales más elegantes. Su simplicidad es, paradójicamente, su mayor virtud, al abrir la puerta a un sinfín de materiales y diseños innovadores que la reinventan sin perder su esencia.

Un legado forjado en la tierra

La rica tradición zapatera de Menorca hunde sus raíces en la conquista de la corona catalanoaragonesa. Fueron los trabajadores del campo menorquín quienes, inspirados por las técnicas de sus nuevos vecinos, dieron forma a un calzado flexible y resistente, diseñado para proteger sus pies del frío, las piedras y los rastrojos mientras labraban la tierra. Uno casi puede visualizar a aquellos artesanos ancestrales, sentados junto al fuego, hilando historias y cantares populares que, de generación en generación, han llegado hasta nuestros días. Sus avarcas primitivas, confeccionadas a partir de ruedas de carreta y pieles de ganado, servían tanto para el verano como para el invierno, cuando la paja en su interior brindaba refugio contra la humedad y el frío.

La avarca actual es una fiel heredera de esa estructura tradicional. Se compone de una pala, la pieza frontal de piel que cubre desde la punta de los dedos hasta la mitad del empeine, y una tira posterior, también de piel, que se ajusta gracias a una pieza de goma alargada llamada ánima, manteniendo la sandalia en su correcta posición. La plantilla, de piel, y la suela, de goma, completan su anatomía. Si bien las versiones más tradicionales aún emplean goma de neumático, muchos fabricantes han incorporado en sus colecciones modelos con suelas de goma reciclada, más flexible y ligera, lo que no solo incrementa la comodidad, sino que también facilita su comercialización.

Un símbolo de autenticidad

Esta tradición, celosamente transmitida de padres a hijos, ha elevado al sector del calzado en Menorca a una de las industrias más importantes de la isla. Una gran cantidad de profesionales zapateros, muchos de ellos herederos de una profunda tradición familiar, dedican su esmero y experiencia a la fabricación de cada par.

La avarca de Menorca es, en sí misma, un símbolo de autenticidad. Se ha erigido en el recuerdo perfecto para los visitantes que han pisado la isla, convirtiéndose a menudo en el regalo predilecto para familiares y amigos. Calzarse unas avarcas una vez de vuelta en casa no es solo una acción, es un ritual que transporta de nuevo a su sol, sus playas, sus rutas y sus pueblos. Un producto auténtico que hace que Menorca se sienta en los pies.

Más información: www.menorca.es

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