PLAYAS QUE APETECE VISITAR NO SÓLO PARA UN BAÑO EN A RÍA DA ESTRELA

Descubre algunos de los rincones más pintorescos y menos conocidos de una ría con todo lo necesario para cautivarte: playas vírgenes, dunas secretas y columpios frente al mar …

 

El binomio playa-verano no va a desaparecer del imaginario colectivo nunca. La época estival es el período elegido por los viajeros para acercarse a las costas y disfrutar de un agradable baño y, si la ocasión y el terreno lo amerita, llevarse una bella postal de recuerdo. De estas, en la Ría Da Estrela, Ría de Muros y Noia las hay a decenas. Pero también hay otros rincones más peculiares, quizás fuera del radar de muchos bañistas de toalla al hombro y nevera, gorra estilo campana y camisa fluida estampada con altavoz y música indecentemente alta. En la más alta de las rías baixas tienes aún muchos secretos que descubrir.

 

Seráns. El extremo sur donde el viento cohabita con flora y fauna. Conocida como Espiñeirido, este mágico arenal virgen de mar abierto es perfecto para meterse de lleno en la práctica del surf o de recorrerlo de un extremo al otro completamente absorto de ver como el viento juega con el oleaje y agita las zonas verdes que lo rodean.

 

Da Lagoa. Compitiendo en belleza con sus vecinas. Aunque forma un conjunto con Basoñas y Areas Longas, nada desdeñables, dicho sea de paso, ya que conforman lo que se conoce como ‘Lagunas de San Pedro’ (perteneciente a la Red Natura 2000). Recorrer sus sinuosas dunas salpicadas por lagunas es un placer que merece la pena ser disfrutado.

 

Testal. El anfiteatro verde. Una media luna de arena dorada enmarcada por colinas cubiertas de pinos y eucaliptos. El contraste entre el verde intenso y el azul del mar es pura poesía visual. Es obligatorio caminar hasta el mirador de Testal, con vistas panorámicas de la ría. También fotografiar las barcas tradicionales varadas en la orilla, con sus redes secándose al sol. Como no, es recomendable buscar el pequeño arroyo que desemboca en la playa, creando estampas de agua dulce y salada.

 

Mexilloeira, vistas de ensueño meciéndose en un columpio. Esta playa emerge como un auténtico tesoro para quienes buscan paz y belleza en estado puro. Con su forma de media luna y unos 250 metros de longitud, este arenal de aguas cristalinas y oleaje tranquilo es el refugio perfecto para escapar del bullicio. Lo que hace especial a esta playa es, precisamente, lo que la mantiene en el anonimato: un acceso que requiere cierto espíritu aventurero. A diferencia de sus vecinas más concurridas, llegar hasta aquí implica recorrer un pequeño camino, un detalle que frena a muchos pero que recompensa con una ocupación bajísima incluso en pleno verano.

 

 

Pero el encanto no termina en la arena. Dos columpios artesanales, colocados estratégicamente frente al mar, invitan a sentarse, mecerse y perder la mirada en el horizonte. Un rincón perfecto para dejarse llevar por la calma y disfrutar de uno de los paisajes más auténticos de la Ría.

 

 

 

Más información: www.riademurosnoia.com  

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