Una maravilla servida en dos vuelcos que hará que, pese a estos días de mal tiempo, sea una experiencia memorable…

Son muchos los que buscan el lugar donde tomar el mejor cocido madrileño. Los detalles son muy valiosos; el producto debe ser de la mejor calidad y el proceso de elaboración muy medido. Hacer un cocido decente lo puede hacer casi cualquiera, pero un cocido excelente, de esos que te apetece repetir una y otra vez, está al alcance de unos pocos. Por eso, en el Restaurante – Museo Mesón Cuevas del Vino de Chinchón, y dicho por sus propios comensales, se sirve el mejor cocido madrileño que han comido nunca.
Pocas recetas han sido más reinterpretadas y revisionadas que la del cocido madrileño. Siendo uno de los platos insignia de la gastronomía tradicional española y un fijo en las cocinas de muchísimas familias, no pocos restaurantes han querido desde siempre ofrecer su versión aportando algún detalle característico, o simplemente hacerlo con honestidad. Ambos puntos aplican a la versión que se hace en el Mesón Cuevas del Vino.
Si hay un ingrediente que no se olvida nunca en el Mesón, es la paciencia. Un buen cocido madrileño que se precie necesita tiempo, un fuego suave que integre y saque todo el sabor de los productos empleados. Entre unas 4 o 5 horas al fuego lento, como toda la vida. ¿Qué lleva un buen caldo? Huesos de codillo de cerdo ibérico y carrillada de ibérico en lugar de morcillo. El tocino ha de ser salado e ibérico, claro. Chorizo y morcilla, ambos debidamente condimentados. Solo así se puede conseguir un caldo con una consistencia maravillosa y un color intenso.
No muchos establecimientos pueden decir que elaboran cocido madrileño con chorizo y morcilla elaborada en la propia casa, pero en el Mesón Cuevas del Vino sí. Es otro de los puntos fuertes de este espectacular plato. El contar con producto propio otorga esa diferenciación y originalidad, porque al final estás apostando por una receta 100% casera en la que dos ingredientes clave, como son el chorizo y la morcilla, los elaboras tú mismo a tu propio gusto y conociendo las preferencias de tus comensales.
Ya solo queda disfrutar de este homenaje a la cocina de toda la vida servido en dos vuelcos. A esa sopa de fideos de caldo de color intenso y sabor característico, le sigue un pucherito de barro, muy típico del Mesón Cuevas del Vino, del que se sirve uno la patata y la zanahoria, junto con los garbanzos y las carnes. Sencillez y sabor servidos a partes iguales. Como recomendación, pedir un pellejito de vino para servirse uno mismo en la mesa mientras se hace lo propio con el cocido. Un plan que apetece siempre…
Más información: https://cuevasdelvino.com/