Pocos ingredientes tienen la capacidad de encapsular la esencia de un territorio con la elocuencia de una raza autóctona, y la Vaca Vermella es, sin duda, uno de ellos.
En la serena Menorca, donde el tiempo parece discurrir a un ritmo diferente, la ganadería bovina ha estado, durante años, dominada por la omnipresente raza frisona. Sin embargo, en las últimas dos décadas, un silencioso pero rotundo resurgir ha devuelto el protagonismo a una auténtica joya local: la Vaca Vermella Menorquina. Bautizada con el nombre que evoca su distintivo pelaje rojizo, esta raza autóctona está recuperando, con paso firme, el terreno que nunca debió perder.
Un emblema de la tierra y el sabor
La Vaca Vermella no es solo un animal; es una extensión del propio paisaje menorquín. Su profunda adaptación al ecosistema insular la convierte en la criatura más idónea para habitar estas tierras. Acostumbrada al clima cambiante de la isla, su robustez innata la protege de las enfermedades que con más facilidad aquejan a otras razas, como la frisona. Pero es su capacidad de integración con el entorno lo que realmente la distingue: durante las estaciones más secas, no se limita a pastar la hierba verde, sino que se nutre con maestría de la maleza y los matorrales que salpican los campos menorquines. Una dieta natural, enriquecida por las sales marinas que el viento deposita sobre los pastos, libre de químicos y forzados aditivos, que se traduce directamente en la calidad excepcional de sus productos.
La carne melosa y el queso sublime: un legado gastronómico
El resultado de esta perfecta simbiosis entre raza y territorio es una carne de una calidad superlativa, reconocida por estudios independientes y, sobre todo, por el paladar. La ganadería extensiva, el sistema en el que se crían estas vacas, propicia una carne melosa, de textura y sabor inconfundibles, que la ha convertido en una de las materias primas más codiciadas de la isla. No en vano, la ‘Vedella Vermella Menorquina’ –con su propio sello de calidad– fue uno de los baluartes que contribuyeron al merecido reconocimiento de Menorca como Región Gastronómica Europea 2022.
Pero la Vaca Vermella es un regalo doble para la despensa menorquina. Su leche, un tesoro en sí mismo, posee una alta concentración de la proteína K-caseína y, además, contiene una enzima específica que la hace excepcionalmente apta para la elaboración de quesos y lácteos de inigualable calidad. Estos productos, que comparten el sello de identidad ‘Vermella Menorquina’ con su carne, son un pilar fundamental de la tradición quesera de la isla, aportando un matiz auténtico y profundo que los diferencia en el panorama gastronómico.
Jornadas Gastronómicas de Sa Vedella Vermella Menorquina, una cita ineludible.
En 2025 se celebrará la 6ª edición de unas jornadas en la que la suculenta carne de la vaca Vermella es la total protagonista. Durante dos fines de semana en el mes de octubre (10,11, 12 y 17, 18, 19) decenas de establecimientos hosteleros de la isla embaucarán los sentidos de los comensales con creaciones sensacionales en las que el sabor de esta carne estará presente en cada propuesta, en comunión perfecta con los mejores ingredientes de proximidad de Menorca. La Asociación de Cafeterías, Bares y Restaurantes de PIME Menorca y la Asociación de Ganaderos de Raza Bovina de Menorca se unen un año más para organizar este evento gastronómico que goza de una excelente reputación entre los más ‘comidillas’ que saben apreciar un buen producto.
Mucho más que carne.
Pues sí, la vaca Vermella no sólo nos regala una carne de contrastado sabor. Su leche también es muy codiciada en los obradores de la isla, ya que son varias las empresas que emplean esta materia prima para la elaboración de helados. ¿Y por qué son tan populares en la isla? Tal vez porque la calidad de esta leche, procedente de vacas alimentadas con piensos libres de transgénicos, de ese ‘punch’ de sabor que necesita todo buen helado.
La Vaca Vermella es más que una raza; es el reflejo de una forma de entender la ganadería y la gastronomía, un compromiso con la autenticidad y la calidad que se siente en cada bocado, en cada lácteo, y que, sin duda, la consolida como uno de los grandes emblemas de Menorca.
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