EL PARQUE RAMÓN SANTANELLA: UN REFUGIO DE ELEGANCIA Y SERENIDAD EN EL CORAZÓN DE BAENA

 

 

En el centro neurálgico de Baena, donde el bullicio de la vida cotidiana se funde con el murmullo de las hojas meciéndose al viento, se alza el Parque Ramón Santaella: un pequeño pero exquisito remanso de paz que combina la geometría cartesiana con el encanto natural de los jardines ingleses y franceses. No es un parque cualquiera; es un testimonio vivo de la historia, el arte y el buen gusto, diseñado para quienes buscan un momento de reposo, un paseo evocador o incluso un almuerzo al aire libre entre el aroma de las glicinias y el rumor del agua.

 

Un Diseño que Rinde Culto a la Belleza

Desde su concepción a principios del siglo XX, el Parque Santaella fue pensado como un espacio que aunara funcionalidad y estética. Sus promotores—Víctor de Prado Padillo, Ramón Santaella Ariza y José María Onieva—buscaron no solo embellecer un terreno antes ocupado por escombros y estiércol, sino también dotar a Baena de un lugar donde la naturaleza y la arquitectura dialogaran en perfecta armonía.

El parque, de apenas dos hectáreas, despliega una composición magistral: paseos enlosados que se entrelazan con senderos de albero, tan característicos de Andalucía, mientras la arboleda se dispersa sobre un manto de césped, creando rincones de sombra y claroscuro. En su corazón, un templete octogonal de hierro fundido—testigo de conciertos y veladas musicales—evoca la elegancia de los jardines decimonónicos. A su lado este, una pérgola de columnas de obra y madera sirve de soporte a enredaderas de glicinias, madreselvas y rosales, cuyas flores perfuman el aire en primavera.

 

Detalles que Cuentan Historias

El desnivel del terreno en su flanco oriental se resuelve con una sucesión de parterres escalonados, sostenidos por muretes de mampostería, una solución ingeniosa que añade dinamismo al paisaje. Fuentes discretas, bancos estratégicamente situados bajo la sombra de árboles centenarios y un pequeño parque infantil completan este microcosmos diseñado para el disfrute sensorial.

No es difícil imaginar, al recorrer sus caminos, a los baenenses de antaño paseando con sus trajes de domingo, o a las bandas de música tocando bajo el templete mientras la brisa acariciaba los jardines. El parque ha evolucionado con el tiempo—sus especies botánicas se han renovado, sus estructuras han sido restauradas—, pero su esencia permanece intacta.

 

Un Legado con Nombre Propio

El 30 de septiembre de 1926, el parque recibió oficialmente el nombre de Ramón Santaella, en reconocimiento a su incansable labor para hacer realidad este proyecto. Hoy, casi un siglo después, sigue siendo un lugar de encuentro, un escenario donde la cultura y el ocio se dan la mano.

Y justo en su lateral, como guardián de tradiciones, se encuentra la Almazara Núñez de Prado, un recordatorio de que este espacio no solo es un jardín, sino también un pedazo del alma de Baena.

Un Lugar para Perderse y Reencontrarse

Para el viajero exigente, el Parque Ramón Santaella no es solo una parada en el camino, sino una experiencia. Un sitio donde tomar una copa en uno de sus quioscos, dejarse llevar por el ritmo pausado de las fuentes o simplemente sentarse a contemplar el juego de luces entre las hojas. Un rincón donde el tiempo, por un instante, parece detenerse.

En un mundo acelerado, lugares como este son un lujo. Y en Baena, ese lujo tiene nombre y apellidos.                                                                                 

Más información en:
https://baenaturismo.com/
www.baena.es

 

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