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LA CATEDRAL DEL TORO EN EXTREMADURA SE VISTE DE BLANCO Y ROJO ADEREZADA CON LOS SABORES DE LA CARNE IBÉRICA DE LIDIA Y LA CEREZA EN JUNIO

La Fiesta Gastronómica del Toro de Lidia y la Cereza, junto con las Fiestas de San Juan, ponen a Coria Ciudad Gastronómica Extremeña 2025 en el epicentro en este inicio de la época estival.

 

 

Del 23 al 29 de junio, Coria se prepara para teñir sus calles de rojo y blanco. Llegan sus Fiestas de San Juan, uno de los eventos turísticos imprescindibles en la agenda taurina nacional.  Paralelamente se desarrollará la Fiesta Gastronómica del Toro de Lidia y la Cereza, donde el color rojo brillará más que nunca en la ciudad.  El rojo de sus encierros; el rojo de una carne de calidad contrastada; y el rojo brillante de una cereza de apreciado sabor.  La ‘Pamplona chica’ sale a la calle a vivir una de las festividades más importantes, en las que sabor, tradición, cultura y turismo se dan la mano para recibir al verano de la mejor manera.

 

La Fiesta Gastronómica del Toro de Lidia y la Cereza, del 23 al 29 de junio, es el punto de partida idóneo para el comienzo del verano.  Nada aviva más el deseo de buen tiempo y fiesta que la perfecta comunión entre dos productos de la tierra tan apreciados como la Carne Ibérica de Lidia (raza autóctona 100% lidia), y la Cereza del Jerte (D.O.P).  Son dos productos que ponen de manifiesto la riqueza gastronómica de la zona, y que, juntos, harán que los restaurantes de Coria ofrezcan propuestas culinarias de altísimo valor.

 

Hay vida mucho más allá del rabo de toro.  La Carne Ibérica de Lidia es un manjar que gusta por su intensidad, ternura y sugerentes aromas herbáceos.  Su bajo contenido en grasa, debido sin duda al régimen de libertad del que disfrutan las reses en la Dehesa Extremeña, donde se alimentan de forma natural, la diferencian de otras carnes de vacuno.  Se trata de un producto rico en ácidos grasos poli-saturados, Omega 3, Vitamina E, y proteínas de alto valor biológico, como colágeno, magnesio, fósforo, zinc, potasio y selenio.  Todo ello sumado a un coste de mercado muy competitivo.

 

Por otro lado, la Cereza del Jerte (D.O.P) es uno de los productos estrella de la gastronomía extremeña.  Sus cinco variedades protegidas por la D.O.P. comparten una textura carnosa, dulzor y color fácilmente reconocible.  Ese rojo intenso entra por los ojos, para luego prendar al comensal con su sabor.  El cultivo natural y la recogida tradicional multiplican sus propiedades y permiten que lleguen a los mercados en el momento idóneo para el consumo.  Las variedades pico limón negro (única en el mundo), ambrunés (la más cultivada en la D.O.P.), pico negro y pico colorado, son las cuatro variedades de picotas del Jerte.  La quinta, que no es picota, es la navalinda, que llega al consumidor con su rabito.

 

Una docena de establecimientos de Coria van a participar en esta Fiesta Gastronómica que, del 21 al 29 de junio, coincidirá con la celebración de esta ancestral costumbre taurina reconocida por muchos aficionados como el Templo de la Tauromaquia Tradicional del Toro en la Calle de España, y en la que sorprenderán con sus creaciones dando todo el protagonismo a la Carne Ibérica de Lidia y la Cereza del Jerte.  Ya sea con la opción ‘menú fin de semana’ (21 y 22 de junio), o con la opción ‘carta’ (del 23 al 29 de junio), los paladares más exigentes quedarán asombrados por el sabor y buen hacer de las cocinas caurienses en una ciudad en la que los toros se convierten en dueños, amos y señores de las calles y plazas del Casco Histórico de Coria.

 

 

Más información:

https://turismocoria.es/cge2025

https://turismocoria.es/sanjuan/

INFLUENCIA ÁRABE MÁS ALLÁ DE LA GIRALDA

Sevilla es una ciudad de contrastes. Un paseo por sus calles es un viaje en el tiempo para conocer los rincones más secretos de nuestra historia.

 

 

Más allá de la postal de la Giralda y el Alcázar, Sevilla guarda secretos árabes en sus calles y  en sus rincones menos transitados. El legado andalusí va mucho más allá se refleja en su arquitectura, lenguaje y gastronomía, como una seña de aquellas culturas que vivieron en la Península durante ocho siglos. Los Hoteles América o Derby son el lugar ideal para descansar tras una larga jornada inmersos en las maravillas de la capital hispalense.

 

Durante más de 700 años, Al-Ándalus fue un lugar en el que vivieron en comunión diferentes culturas. Esta esencia quedó latente en la arquitectura de la ciudad como testigos de una época dorada.

 

Además de la conocida Giralda, antiguo alminar de la mezquita almohade del siglo XII, y uno de los símbolos más reconocibles de Sevilla, también se puede encontrar el Real Alcázar, al que trasla Reconquista se le añadió el campanario cristiano en su parte superior. Otro ejemplo es la Torre del Oro, construida en el XIII por la dinastía almohade. Esta formaba parte de las defensas fluviales de la ciudad y debe su nombre al brillo que reflejaba sobre el río Guadalquivir y hoy en día es un museo naval.

 

Estas joyas arquitectónicas no solo embellecen el paisaje urbano, sino que también cuentan la historia de una sociedad en la que coexistieron musulmanes, judíos y cristianos. La Giralda, con su fusión de minarete y campanario, el Real Alcázar, con su intrincado arte mudéjar y la Torre del Oro, símbolo de la defensa fluvial y del poder almohade, son manifestaciones palpables del legado andalusí.

 

Para quienes deseen sumergirse en la riqueza histórica y el encanto de Sevilla, mientras recorren sus calles tendrán la fortuna de viajar en el tiempo. Cada rincón revela la convivencia de culturas que definió la ciudad. Una experiencia única que se disfruta aún más con una estancia en el Hotel Derby o el Hotel América.

 

Ambos son lugares ideales para reponer fuerzas, con una inmejorable ubicación, ya que están situados en la Plaza de Duque de la Victoria, en pleno centro, por lo que se puede prescindir del transporte. Únicamente andando conseguiréis conocer una ciudad mágica.

 

Pero si buscáis algo más tranquilo, apartado del ajetreo del centro, y preferís una estancia más cercana a la magia del barrio de La Alameda, los Apartamentos Lumbreras 16 son vuestra opción. Un espacio cerca del río Guadalquivir para disfrutar de las comodidades de un hotel, pero con la libertad de un apartamento.

 

Sevilla no solo se recorre, se siente. Pasear por sus calles es revivir siglos de historia donde cada rincón guarda el secreto de las culturas que han convivido en armonía. Esta ciudad invita a dejarse llevar por su belleza, su memoria y su alma.

 

 

 

 

Para más información:

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FORMENTERA MUESTRA SU ARTESANÍA Y CULTURA A PIE DE CALLE CON SUS ICÓNICOS MERCADILLOS

 

 

Con la llegada de mayo, Formentera despierta su faceta más artesana y colorista. La isla más intimista de las Pitiusas se viste de mercadillos, esos rincones donde lo auténtico se mezcla con lo sorprendente. No es solo una cita comercial, sino una tradición que los locales llevan en el alma y que los visitantes recuerdan como uno de los encantos de su viaje.

 

Desde La Mola hasta Sant Ferran, pasando por el bullicio de Sant Francesc y el ambiente playero de Es Pujols, estos mercados al aire libre se convierten en escaparates de la creatividad isleña. Aquí, entre puestos de productos locales y obras de artistas formenterenses, siempre acecha esa pieza única: tal vez una joya hecha a mano, una cerámica con aroma a salitre o ese objeto imposible de clasificar que termina siendo el recuerdo perfecto. Porque en Formentera, hasta lo más pequeño guarda una historia… y los mercadillos son el mejor lugar para encontrarla.

 

Mercadillo de Sant Francesc, del 1 de mayo al 31 de octubre. Las principales calles peatonales del centro de la capital de la isla (Santa María, Jaume I, Ibiza) acogen todos los días de la semana diversos tenderetes de ropa y complementos. El horario es solo matinal, de 10:00 a 14:00, aunque los martes de julio y agosto también abrirán en horario de 20:00 a 00:00. Paralelamente, en Sant Francesc se sigue celebrando durante todo el año el mercado de segunda mano, concretamente en el jardín de ses Eres, cada martes y sábado de 11:00 a 14:00. Sin duda, un lugar donde encontrar verdaderas rarezas.

 

Mercadillo de Es Pujols, del 1 de mayo al 30 de septiembre. El municipio, que acapara la mayor parte de la oferta hotelera, de ocio y restauración, también tiene un mercadillo vespertino en la Avenida de Miramar, con sus tenderetes de moda y complementos. Está abierto de lunes a viernes, de 19:00 a 00:00.

 

Mercadillo de La Savina, del 24 de mayo al 30 de septiembre. Siempre apetece dar un paseo por el puerto. Esta vez, decenas de puestos de ropa y complementos surtirán a los paseantes de ideas y propuestas en un ambiente relajado. Cada día de 10:00 a 00:00.

 

Mercadillo artesanal (30 de mayo al 28 de septiembre) y mercadillo artístico de Sant Ferran (28 de mayo al 27 de septiembre). Sant Ferran de Ses Roques se convierte en verano en el epicentro cultural de Formentera. Esta encantadora localidad ofrece una doble propuesta que enamora: por un lado, su mercado artístico transforma la calle Mayor en una galería al aire libre donde los creadores locales exhiben sus obras al atardecer. Pasear entre estas piezas únicas, con la brisa marina de fondo, es una experiencia que alimenta el alma.

 

Por otro, el mercado artesanal despliega lo mejor de la creatividad isleña: desde bisutería hecha a mano hasta moda sostenible y accesorios de piel, cada puesto es un tesoro por descubrir.

 

Jueves, viernes y sábados de 20:00 a 00:00, cuando el calor cede y el ambiente se llena de magia. Un plan imprescindible para quienes buscan llevarse a casa algo más que un recuerdo: una auténtica pieza del corazón de Formentera.

 

Mercadillo artesanal de La Mola, del 30 de mayo al 12 de octubre. Si hay un lugar en Formentera que captura la esencia bohemia de la isla, es el mítico mercado hippy de La Mola. Este rincón, surgido décadas atrás de la mano de artesanos y creadores locales, sigue siendo hoy un símbolo de creatividad y vida alternativa.

 

Más que un simple mercadillo, es una experiencia. Entre sus puestos coloridos, encontrarás piezas únicas hechas a mano, desde joyería hasta textiles, cerámica y objetos imposibles de hallar en ningún otro lugar. Pero lo que realmente lo hace especial es su atmósfera: la misma que enamoró a los primeros hippies que llegaron en los 60 y decidieron quedarse para siempre.

 

Con música en vivo, terrazas animadas y un ambiente festivo, pasear por aquí es como retroceder en el tiempo. Miércoles y domingos, de 16:00 a 22:00. Una cita imprescindible para quien quiera sentir el auténtico pulso de Formentera.

 

 

Más información: www.formentera.es

EL CORPUS CHRISTI EN CASTILLA-LA MANCHA: ARTE EFÍMERO Y TRADICIÓN VIVA

 

 

 

En Castilla-La Mancha, el Corpus Christi trasciende lo religioso para convertirse en un lienzo vivo donde tradición, arte efímero y devoción se entrelazan. Desde las alfombras de serrín de Hellín y Elche de la Sierra —verdaderas obras maestras fugaces— hasta la solemnidad dorada de Toledo, donde la custodia de Arfe brilla entre tapices flamencos y balcones engalanados, cada pueblo escribe su propia página de esta celebración. En Porzuna, la danza y la música elevan el rito, mientras en Camuñas, Pecados y Danzantes reviven autos sacramentales con fuego y simbolismo. Y en Lagartera, los bordados centenarios salen de sus arcas para vestir las calles de colores y fe. Un viaje por una fiesta que no se contempla: se vive, se pisa y, en un suspiro, se convierte en memoria.

 

Elche de la Sierra: La cuna de las alfombras de serrín

El Corpus Christi en esta localidad es Fiesta de Interés Turístico Nacional. Considerado el origen de esta tradición en la región, Elche de la Sierra despliega 30 alfombras en tres plazas y veintisiete tramos de calle. Desde 1964, cuando Francisco Carcelén y doce mozos tiñeron viruta de serrín en secreto, inspirándose en una alfombra de pétalos vista en Tarrasa, esta tradición se ha asentado de lleno en la localidad. Las peñas alfombristas compiten cada año por crear diseños más elaborados, como el célebre «Cristo del Huevo Frito» (1965), que marcó el inicio de esta rivalidad artística. as alfombras de serrín de Elche de la Sierra debieron existir con anterioridad a su recuperación en 1964, ya que la tradición fue llevada a América por los conquistadores. Actualmente muchas localidades de Guatemala elaboran también este tipo de alfombras con serrín teñido.

Hellín: El arte que se entrega al viento

Declarada Fiesta de Interés Turístico Regional, en Hellín, el Corpus Christi se vive con las manos en el serrín. Calles como Juan Martínez Parras o Benito Toboso se transforman en galerías de arte efímero, donde vecinos, cofradías y hermandades crean alfombras multicolores que solo durarán unas horas. Desde el sábado, la noche previa a la celebración, los hellineros trabajan en silencio bajo la luz de las farolas, colocando meticulosamente el serrín teñido sobre plantillas de cartón. La procesión, escoltada por niños de primera comunión, avanza desde la Plaza de la Iglesia por un camino de belleza fugaz, pisando las obras que tanto esfuerzo han costado. Un detalle singular: Los balcones se engalanan con colchas bordadas y arreglos florales, creando un dosel vegetal sobre las alfombras.

 

El Corpus de Porzuna: Danza y Efímera Belleza

En Porzuna, la solemnidad del Corpus Christi se viste de música y color, con dos tradiciones que elevan la celebración a rito artístico: los danzantes, guardianes del cortejo que abren camino a lo sagrado, y las alfombras de sal y serrín, obras maestras fugaces que la procesión consagra con su paso.

Al amanecer del domingo, doce danzantes avanzan al compás de una rondalla, donde guitarras, laúdes y bandurrias entrelazan sus notas con el repique de castañuelas. Les escoltan jinetes sobre monturas engalanadas, como un eco de antiguas cabalgatas. Todo en ellos habla de devoción y arraigo: los mantones de Manila, los bordados que atesoran siglos de destreza, las lentejuelas que brillan al ritmo del fandango local. Y, sobre todo, el cántico de «Los Buenos Días», una plegaria cantada que parece nacer de la tierra misma.

Al caer la tarde, cuando el sol dora las fachadas, la procesión se pone en marcha. Los niños de primera comunión, con rostros solemnes, esparcen pétalos como ofrenda ligera. Tras ellos, los danzantes tejen figuras en perfecta sincronía, cuatro en cuatro, mientras la custodia —resguardada bajo palio— avanza entre altares vecinales. Cada parada es un regalo para los sentidos: romero y cantueso perfuman el aire, y sobre los altares, mantones de puntillas y cojines bordados hablan de un patrimonio textil que solo en estos días sale a la luz.

 

Toledo. Calles engalanadas para recibir a la Custodia

En el corazón de Toledo, la custodia de Enrique de Arfe —joya del siglo XVI y tesoro de la Catedral Primada— recorre las calles en el día más solemne y brillante del año. El Corpus Christi no es solo una fiesta; es un legado vivo, una tradición que desde 1418 convierte el laberinto medieval toledano en un escenario de devoción, arte y color. Su reconocimiento como Fiesta de Interés Turístico Internacional no hace sino rubricar lo que los toledanos saben desde hace siglos: aquí late el alma de España.

Toledo no espera al día grande para comenzar su transformación. Desde jornadas antes, los toldos antiguos de los gremios de tejedores despliegan su sombra sobre las calles, mientras balcones y fachadas se cubren de reposteros y banderas. La propia Catedral, majestuosa, luce en sus muros ocho tapices flamencos del siglo XVII, tejidos con la misma fineza con la que se teje esta celebración. Hasta los patios de las casas particulares, normalmente ocultos tras sus muros, abren sus puertas en un gesto de hospitalidad efímera y generosa.

Un día antes, el aire se impregna de cantueso, romero y tomillo, esparcidos sobre el empedrado. La Tarasca y los Gigantones desfilan entre música y algarabía, anunciando lo que vendrá. Pero es al caer la noche cuando un detalle callado revela la solemnidad del acto: el pertiguero, vestido de negro, recorre el itinerario marcando con su vara la altura de la custodia, asegurando que nada —ni un alero, ni un toldo mal puesto— enturbie su paso al día siguiente. Las calles, ya entonces, bullen de expectación.

El día del Corpus amanece con el toque de dianas y el estruendo de bombas reales. La Tarasca desfila una vez más, escoltada por la charanga, los gigantones y los cabezudos. La guarnición militar se despliega a lo largo del recorrido para custodiar el paso. A las once, una salva de morteros anuncia la salida de la procesión desde la catedral, por la puerta Llana. El cortejo mantiene su orden tradicional, aunque desde hace años se ha incorporado el grupo de niños de primera comunión, que avanza tras los gremios.

 

Camuñas y Lagartera, dos formas antiquísimas de vivir el Corpus

Dos grupos toman la localidad de Camuñas en el Corpus. Pecados (rojo y negro, con caretas y varas, representando el mal) y Danzantes (blancos, símbolo de alegría y bien), protagonizan esta singular representación sin palabras, inspirada en los autos sacramentales del Siglo de Oro. Tras esperar fuera durante la misa, los Pecados atacan con fuego y alaridos en la procesión hasta ser vencidos, mientras los Danzantes ejecutan la danza del cordón al son de la música. Cada máscara encarna virtudes o vicios (demonio, caridad, esperanza…), y los participantes, hombres de todas las edades, mantienen viva esta tradición declarada Bien de Interés Cultural y Fiesta de Interés Turístico Regional.

El Corpus Christi de Lagartera, declarado Fiesta de Interés Turístico Regional, despliega desde 1590 un espectáculo único donde arte, fe y tradición se entrelazan. Las calles, alfombradas con hierbas aromáticas, lucen altares y trajes típicos bordados con maestría, mientras la custodia recorre el mismo itinerario desde el siglo XIII. Colchas, frontales y piezas textiles de incalculable valor —guardadas el resto del año— salen al sol en esta procesión que convierte el pueblo en un museo efímero de artesanía y devoción.

 

                                                                                                                   

 

 

Más información: https://www.turismocastillalamancha.es/

VILA GALÉ PORTO: ELEGANCIA CINEMATOGRÁFICA EN EL CORAZÓN DE LA CIUDAD ‘INVICTA’

 

 

En la bulliciosa y encantadora ciudad de Oporto, donde el Duero serpentea entre puentes de hierro y fachadas azulejadas, se alza el imponente Vila Galé Porto, un hotel que combina modernidad, cultura y sofisticación en el marco de uno de los destinos más vibrantes de Europa.

 

Un icono en la altura

Dominando el skyline de la «ciudad invicta», este establecimiento —renovado en 2015— no solo presume de ser el edificio más alto de Oporto, sino también de una ubicación privilegiada: a apenas diez minutos a pie de la emblemática calle Santa Catarina, epicentro comercial y cultural, y a solo 100 metros de la estación de metro Campo 24 de Agosto, que conecta con el aeropuerto y los principales puntos de interés.

Un homenaje al séptimo arte

El cine es el hilo conductor de su diseño. Las zonas comunes rinden tributo a grandes directores, actores y escenas memorables del celuloide, creando una atmósfera que mezcla nostalgia y glamour. Cada rincón parece susurrar historias, invitando a los huéspedes a sumergirse en un mundo donde la elegancia y la creatividad se dan la mano.

Habitaciones con estilo y confort

El hotel ofrece habitaciones estándar y superiores, todas ellas diseñadas para garantizar estancias placenteras. Pero si hay un espacio que captura la esencia del Vila Galé Porto, es su spa en la planta superior. Desde la piscina cubierta o la piscina de hidromasaje, los huéspedes pueden disfrutar de vistas panorámicas que abrazan toda la ciudad, mientras el gimnasio —equipado con tecnología moderna— invita a mantener la rutina sin sacrificar el placer.

Gastronomía y versatilidad

Con dos restaurantes y dos bares, el hotel satisface paladares exigentes, desde desayunos abundantes hasta cenas refinadas. Además, sus salones polivalentes lo convierten en un escenario ideal para eventos corporativos o celebraciones privadas, siempre con un toque de distinción.

Oporto a tus Pies

Más allá de sus paredes, el Vila Galé Porto es la puerta de entrada a los tesoros de la ciudad: el barrio de Ribeira, declarado Patrimonio de la Humanidad; las Cavas de Vino de Porto al otro lado del río; o joyas arquitectónicas como la Casa de la Música (obra de Rem Koolhaas) y el Museo de Serralves (firmado por Álvaro Siza Vieira). Tampoco hay que perderse la Avenida de los Aliados, la Sé Catedral o la Torre de los Clérigos, testimonios de un pasado lleno de esplendor.

El Vila Galé Porto no es solo un lugar donde dormir; es una experiencia que combina arte, confort y ubicación privilegiada. Perfecto para viajeros que buscan autenticidad sin renunciar al lujo discreto, este hotel se erige como un testigo excepcional de la magia de Oporto. Para quienes aprecian los detalles y la elegancia, quedarse aquí es, sin duda, el primer paso para enamorarse de la ciudad.

 

 

 

 

 

 

 

Más información: www.vilagale.com

MENORCA: LA ISLA QUE SE DEFENDIÓ CON ELEGANCIA

Vive un viaje por castillos, torres y fortalezas que narran, piedra a piedra, los siglos de historia militar de esta isla Reserva de la Biosfera

 

 

Hay islas que se rinden al sol y al mar. Menorca, en cambio, decidió resistir. Con elegancia, con firmeza, con esa sobriedad mediterránea que la hace única. Aquí, cada torre vigía es un verso en piedra, cada castillo un capítulo de una epopeya escrita entre invasiones y mareas.

 

Tres castillos. Quince torres. Dos bastiones. Un portal. Cuatro museos. Menorca despliega su historia militar como un mapa de batalla, pero hoy, en lugar de estrategias de guerra, ofrece itinerarios de belleza. La isla, reconocida como Reserva de la Biosfera, siempre fue codiciada: su posición en el Mediterráneo la convirtió en un tablero de ajedrez donde jugaron británicos, franceses, otomanos y españoles. De aquellos siglos de tensión quedan joyas como:

 

Castillo de Santa Águeda (s. X): Los restos de una atalaya árabe que domina desde las alturas de Ferreries, donde el viento aún parece susurrar historias de almorávides. Un magnífico mirador desde el que admirar las vistas y apreciar el legado musulmán de la isla.

 

Fuerte Marlborough (s. XVIII): Una obra maestra de la ingeniería británica, tallada en la roca de Cala Sant Esteve, con túneles que serpentean como raíces de piedra.

 

Torre d’en Quart (medieval): La mejor conservada, cerca de Ciutadella, donde el tiempo se detuvo entre sus muros de marés. La torre, fue el dispositivo de defensa inmediato con que contaban los habitantes de las zonas más expuestas a las incursiones de los piratas. Cuando esta función estratégica dejó de ser necesaria, ya no tenía que permanecer aislada y podía iniciarse la incorporación de su espacio a la zona habitada.

 

Hay varias torres que recorren la costa menorquina y que en los últimos años se han reconstruido en algunos casos… Ya que permite hacerse una idea al viajero de cómo se comunicaban entre ellas cuando había una invasión o acercamiento no grato. Algunas fueron levantadas por los españoles en los siglos XVI y XVII, como la Talaia de Bajolí, la Talaia d’Artrutx, Torre d’Alcalfar o la Torre de Punta Prima. Todas ellas cumplían la misión de proteger la isla de las incursiones piratas y otomanas. Con la llegada de los británicos en el siglos XVIII, se reforzó la defensa del litoral con construcciones de la talla de la Torre de Sa Nitja, la Torre Des Castellar o la imponente Torre de Fornells.

 

Detalles que enamoran (y que solo un menorquín notaría)

Para pasar como todo un ocal que lleva toda su vida en la isla, aquí unos tips:

 

  • En Fornells, la torre vigía reflejada en las aguas tranquilas parece un cuadro de Dalí.
  • El Lazareto, la «fortaleza sanitaria» del s. XVIII, es un testimonio único de cómo la isla se blindaba contra epidemias. Conviene reservar previamente para visitarlo en la web de Menorca.
  • Las aspilleras de la Mola, perforadas como encaje de piedra, donde los cañones apuntaban al horizonte.

Esta ruta no es para correr. Es para perderse en sus miradores, para admirar la piedra erosionada por el viento, para imaginar a aquellos soldados que, entre guardia y guardia, también se enamoraron de este cielo azul.

 

«Las fortalezas son nuestro legado de piedra. No hablan de guerras, sino de cómo supimos proteger la belleza» (Un artesano de marés, en un taller de Maó).

 

Menorca no necesita murallas para defenderse ahora. Su patrimonio es su mejor escudo. Y, para el viajero, un regalo.

Más información: www.menorca.es