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DONDE LOS TAMBORES DE LA SEMANA SANTA LATEN MÁS FUERTE QUE EL CORAZÓN… ¡TERUEL!

Un territorio donde cada primavera el tiempo se detiene y su gente se vuelca en salir a la calle a celebrar la devoción y la fe en procesiones y actos irrepetibles.

 

 

En la provincia de Teruel, la Semana Santa trasciende lo religioso para convertirse en un eco profundo que resuena en el corazón de sus gentes. Es una celebración que une pasado y presente en un mosaico de emociones, sonidos y colores, transformando esta tierra en un escenario donde la fe, la tradición y la comunidad se funden en una experiencia única. Desde la capital turolense hasta los pintorescos pueblos de Valderrobres, Rubielos de Mora y Sarrión, cada rincón ofrece una visión singular de esta festividad, declaradas de Interés Turístico nacional o de Aragón por su riqueza cultural y espiritual.

 

 

 

Teruel: el latido de los tambores

Declarada de Interés Turístico Nacional, la Semana Santa de Teruel es un espectáculo de solemnidad y devoción que estremece a quien la vive. Las calles de la capital se llenan de imágenes sagradas, hábitos penitenciales y cofrades que avanzan al ritmo de tambores y bombos, instrumentos que dan voz a la emoción colectiva.

El momento más emotivo llega la tarde del Viernes Santo con la Procesión General, un recorrido extenso y vistoso por el casco histórico en el que participan todas las hermandades de la ciudad. El sonido de las cornetas, los tambores y los bombos acompaña cada paso, creando una atmósfera que conmueve hasta las lágrimas. Actos como la ‘Rompida de la hora’ del Viernes Santo o la Exaltación de los instrumentos de Semana Santa a cargo de las Bandas de Cornetas, Tambores y Bombos de la Cofradías, Hermandades y Asociaciones turolenses, refuerzan el carácter único de esta celebración, donde la música y la fe se entrelazan.

Rubielos de Mora: la fusión de lo sagrado

En Rubielos de Mora, la Semana Santa es una tradición con un arraigo importantísimo gracias a la Cofradía de la Sangre de Cristo, cuyas raíces se remontan a mediados del siglo XX, aunque con referencias históricas aún más antiguas. Aquí, la celebración adquiere un carácter singular con la “vuelta de procesión”, un recorrido que pasa por tres templos emblemáticos: la iglesia del Hospitalico, Santa María la Mayor y el Convento de las Monjas Agustinas.

 

Uno de los momentos más destacados es el “Encuentro”, donde dos procesiones convergen en una sola, simbolizando la unión de la comunidad en torno a la pasión de Cristo. La participación activa de los vecinos y el acompañamiento de la Asociación de Tambores de la Santa Cruz añaden un toque de solemnidad y autenticidad que convierte esta Semana Santa en una experiencia inolvidable.

 

 

Valderrobres: el eco de los tambores femeninos

 

En Valderrobres, la Semana Santa es el fruto de un esfuerzo colectivo que comenzó a mediados de los años 50 con la creación de la Cofradía del Santo Entierro (de hombres) y la Cofradía de la Soledad de la Virgen (de mujeres). La compra de pasos, la definición de los hábitos y la incorporación de un grupo de tambores y bombos sentaron las bases de una celebración que ha ido creciendo con el tiempo.

 

En los años 80, el tambor y el bombo se convirtieron en protagonistas indiscutibles, dando lugar a la creación de varios grupos, entre ellos uno femenino y otro de cornetas. Cada Viernes Santo, a las 12 de la mañana, tiene lugar la Rompida de la Hora con la plaza llena de tambores y bombos y cofrades con el hábito a cara descubierta llenando el aire de emoción y devoción. También el viernes, en la procesión del Santo Entierro, se viste de luto portando escapulario y vela.

 

 

Sarrión: ocho siglos de devoción

 

Sarrión es otro de esos destinos imprescindibles durante la Semana Santa. Con más de 800 años de historia, es un legado vivo de devoción, arte y tradición que conecta a sus habitantes con sus raíces más profundas.

 

 

La Cofradía de la Sangre de Cristo, una de las más antiguas de España con orígenes que se remontan a los siglos XII y XIII, es el alma de esta celebración. Sus procesiones, cargadas de solemnidad y emoción, transforman las calles de Sarrión en un escenario donde la fe y el arte se funden. Destacan la procesión del Pregón o «Salidhijas» el Viernes Santo por la mañana, el imponente Santo Entierro en la noche del mismo día, y la emotiva procesión de la Soledad el sábado por la tarde.

 

 

El vestuario tradicional de los cofrades, único en la zona, añade un carácter distintivo a estas procesiones, mientras que los cánticos emblemáticos, como el Miserere polifónico en latín y el Salidhijas, versos anónimos que narran la pasión de Cristo, envuelven el ambiente en una atmósfera de recogimiento y belleza. El pregón, con su canto de invitación al Santo Entierro, y el estruendo de los tambores, acompañados por la vistosa guardia romana, completan un cuadro de colorido y solemnidad que resuena en la noche turolense.

 

 

La Semana Santa en Teruel, Valderrobres, Rubielos de Mora y Sarrión es mucho más que una celebración religiosa; es un viaje al alma de una tierra que guarda con celo sus tradiciones. Es el sonido de los tambores que resuena en las calles, el silencio reverente ante los pasos, la unión de una comunidad que se reconoce en sus ritos y en su historia.

 

 

Vivir estas celebraciones es sumergirse en una experiencia que trasciende lo terrenal, conectando con lo más profundo de la identidad turolense. Es, en definitiva, un regalo para los sentidos y el espíritu, una invitación a sentir la pasión, la muerte y la resurrección a través de la mirada de quienes han sabido preservar, con amor y dedicación, el legado de sus antepasados.

 

 

Más información: www.sienteteruel.es

UN PATRIMONIO RELIGIOSO QUE DEJA HUELLA EN EL CAMINO DE SANTIAGO FRANCÉS POR EL BIERZO Y GALICIA

 

 

 

El Camino de Santiago es, por encima de todo, una ruta espiritual y de fe. Aunque hoy en día la tipología del caminante es sumamente diversa, al igual que los motivos que los llevan a embarcarse a esta aventura, en origen sigue siendo un viaje en el que el fervor y los sentimientos religiosos tienen mucha vigencia a día de hoy. Una muestra clara de ello es el bello e impresionante patrimonio religioso que atesoran los 15 pueblos (cuatro de El Bierzo y 11 de Galicia) y que los convierten en paradas obligadas para todo aquel que emprende este Camino, sea practicante o no.

 

 

En nuestro periplo por tierras bercianas, es necesario acercarse a contemplar la Capilla de la Soledad, de Camponaraya, del siglo XVIII. Un templo elegante, de portada bien trazada, denotando la habilidad de quienes la construyeron, y desde luego, su altar mayor. Villafranca del Bierzo y su antiquísima Iglesia de Santiago Apóstol es otro de los puntos clave de esta aventura. Una joya románica del siglo XIII conocida por su «Puerta del Perdón», que permitía a los peregrinos que no podían llegar a Compostela ganar el jubileo. Más adelante, en Trabadelo, aguarda la Iglesia de San Nicolás de Bari, también románica del siglo XIII. Quienes la han visto resaltan sus elementos originales como los canecillos y su sencilla portada, como símbolo de humildad y espiritualidad del Camino. Más sencilla es la Iglesia de la Magdalena de Vega de Valcarce. Tanto por dentro como por fuera recoge pinceladas de varios estilos arquitectónicos que la convierte en un templo ecléctico a la vez que práctico.

 

 

Ya en tierras gallegas, nos espera Piedrafita do Cebreiro con la Iglesia de Santa María La Real, un precioso templo prerrománico que data del siglo IX fundado por monjes benedictinos. Sobria y austera por fuera, recibe al peregrino con sus puertas abiertas a la entrada a Galicia. La próxima parada, Triacastela, es el lugar donde se erige la Iglesia Parroquial de Santiago. Conserva el ábside románico probablemente de finales del siglo XII, aunque su imagen actual viene dada por la única y potente torre barroca, levantada en 1790 y coronada por una cúpula con cuatro pináculos. Llegando a Samos, nuestros pies se detendrán frente al Monasterio de San Xulián de Samos. Un hermoso contraste entre sus rudos y sencillos muros exteriores con los hermosos y elegantes claustros en granito. El complejo monástico, al igual que otras muchas construcciones eclesiásticas, muestra una mezcla de estilos, producto de progresivas ampliaciones y reformas a lo largo de los siglos. Otro monasterio, pero esta vez en Sarria, aguarda al peregrino ávido de historia. El Monasterio de la Magdalena, fundado alrededor de 1200 por frailes italianos, fue creado para acoger a peregrinos del Camino de Santiago. A lo largo de los siglos, ha pasado por varias órdenes religiosas, conservando elementos arquitectónicos románicos, góticos y manuelinos, así como escudos y símbolos que reflejan su rica historia.

 

 

Paradela tiene el privilegio de contar con Santa María de Loio, el monasterio que vio nacer a la Orden de los Caballeros de Santiago, fundada para la protección de los peregrinos y del sepulcro del Apóstol allá por los siglos IX-X. Nadie se va de Portomarín sin admirar la Iglesia de San Nicolás, antigua iglesia de San Juan. Fue construida entre finales del siglo XII y comienzos del siglo XIII, por lo que pertenece al románico tardío.

 

 

Levantada por la Orden de San Juan de Jerusalén, esta iglesia-fortaleza tenía bajo su control el puente que atravesaba el Miño y el cuidado del hospital de peregrinos, de ahí su aspecto de fortificación. Después llegamos a Monterroso, donde aguarda una cápsula del tiempo preciosa: la Iglesia de San Cristovo de Novelúa. Mantiene su esencia medieval, visible en detalles como su portada de arco de medio punto y los canecillos decorados que rodean el alero. Su interior, sencillo y austero invita a la meditación y el recogimiento. Si preguntáis por Palas de Rei en la zona, inmediatamente harán referencia a Vilar de Donas, lugar de reposo de miembros de la Orden de Santiago y donde disfrutar de las pinturas góticas del ábside central.

 

 

Llegamos a la recta final. Melide, con la plaza del Convento, que reúne varios edificios monumentales. Uno de ellos es la Iglesia de Sancti Spiritus, conserva elementos góticos como dos sepulcros de nobles gallegos y una capilla lateral. Reconstruida en el siglo XV y reformada en el XVIII, destaca por su retablo barroco de Francisco de Castro Canseco, pinturas murales del XVI y esculturas como el Niño Jesús de marfil. En un frondoso robledal de Arzúa se esconde la sencilla capilla de la Mota. Según la tradición, el robledal surge de la creencia de que aquellos jóvenes que plantaran allí un roble, si crecía, serían librados de sus deberes con la milicia. Y en O Pino, con Santiago de Compostela casi al lado, hay que detenerse en la Iglesia de San Xulián de Lardeiros, conocida como la Catedral de la Montaña, solemne y de estilo barroco.

Nace un proyecto histórico. Un proyecto que queremos contarte despacio, para que cale bien hondo y no olvides nunca. De entre el extensísimo Camino de Santiago Francés, que recorre todo el norte de España, queremos contarte una experiencia única, diferente. Queremos que descubras el Camino de Santiago Francés de Galicia. La Mancomunidad de Pueblos Gallegos del Camino Francés, en alianza con cuatro ayuntamientos de la provincia de León, quieren crear un relato unificado que te sobrecoja y te enamore. Un relato que hable de la naturaleza, de los paisajes, de la gastronomía, su patrimonio… de sus gentes. El Camino de Santiago Francés de Galicia condensa todo lo que un peregrino espera encontrar en su itinerario a través de 15 pueblos que viven y sienten este camino, esperando al viajero cansado con los brazos abiertos… Permanece atento, porque esta historia que te contamos, dará mucho que hablar…

Más información: www.caminofrances.org

UN HOMENAJE A LA DEHESA EXTREMEÑA Y A UN MANJAR ÚNICO… EL SALÓN DEL JAMÓN IBÉRICO

 

 

 

 

Desde 1989, el Salón del Jamón Ibérico se ha consolidado como uno de los eventos gastronómicos más importantes de España. Celebrado en Jerez de los Caballeros, epicentro de la producción de cerdo ibérico gracias a su entorno privilegiado, este salón no solo rinde tributo al jamón, sino que también pone en valor la dehesa, ese ecosistema único que lo hace posible. Con más de tres décadas de historia, el evento se ha convertido en un referente para productores, profesionales y amantes de la gastronomía, tanto dentro como fuera de nuestras fronteras.

 

El salón nació con un propósito claro: promocionar los productos del cerdo ibérico, especialmente su jamón, y abrir nuevos mercados. Hoy, más de un centenar de industriales participan en cada edición, junto a las Denominaciones de Origen Protegidas (DOP) de Huelva, Guijuelo y Dehesa de Extremadura. Este último sello, creado en 1990, ha sido clave para consolidar la reputación del jamón ibérico extremeño, reconocido por su calidad y sabor inigualables.

 

El programa del salón es tan diverso como atractivo. Incluye desde concursos de jamón ibérico, que premian la excelencia en la calidad, hasta competiciones de cortadores, donde la técnica y la precisión son protagonistas. Además, se organizan degustaciones populares, jornadas técnicas y visitas de profesionales del sector de la hostelería y la restauración. Todo ello convierte el evento en una cita imprescindible para quienes buscan profundizar en la cultura y la tradición del jamón ibérico.

 

Pero el Salón del Jamón Ibérico no es solo un escaparate gastronómico; también tiene un impacto económico y turístico significativo. Atrae a visitantes de toda España y del extranjero, lo que beneficia a productores locales y contribuye al desarrollo de la región. Además, el evento pone en valor la importancia de la dehesa, un ecosistema agroforestal único que combina la cría del cerdo ibérico con la conservación del medio ambiente.

 

La dehesa, con sus encinas y alcornoques, es el hábitat natural del cerdo ibérico. Durante la montanera, los cerdos se alimentan de bellotas, ricas en grasas saludables que aportan al jamón su sabor y textura característicos. Este sistema de cría en libertad no solo garantiza el bienestar animal, sino que también influye en la calidad final del producto. La infiltración de grasa, conocida como marmoleado, es resultado de una dieta natural y de la actividad física que los cerdos realizan en este entorno privilegiado.

 

En definitiva, el Salón del Jamón Ibérico de Jerez de los Caballeros es mucho más que un evento gastronómico. Es una celebración de la cultura, la tradición y el entorno natural que hacen posible uno de los productos más emblemáticos de nuestra gastronomía. Una cita que invita a descubrir, degustar y valorar el jamón ibérico en su contexto más auténtico: la dehesa extremeña.

 

Más información: https://jerezcaballeros.es/

RINCONES ESCONDIDOS DE FORMENTERA QUE NO TE DEJERÁN INDIFERENTE

 

 

Formentera esconde un tesoro de lugares únicos y mágicos que esperan ser descubiertos. Más allá de sus playas más icónicas, la isla invita a adentrarse en paisajes de tranquilidad, historia y naturaleza salvaje. Aquí te presentamos una selección de rincones que harán de tu visita una experiencia inolvidable.

 

Cueva de San Valero: Un Viaje al Corazón de la Tierra

 

La cueva está situada en la costa sur de Formentera, en la zona del Cap de Barberia, entre la Punta de s’Agulla y la Punta des Pujolet. Para llegar a ella podemos tomar la carretera del Cap de Barberia. La Cueva de San Valero es un secreto que aguarda a los más intrépidos. La entrada, disimulada en el paisaje, exige una pequeña escalada, pero lo que te espera dentro recompensa cada esfuerzo. Adéntrate con una linterna y descubre el espectáculo de estalactitas y estalagmitas que adornan este espacio natural. Aunque su tamaño es modesto, su atmósfera enigmática la convierte en una parada imprescindible para los aventureros.

Punta Pedrera: Arte de la Naturaleza y Vistas Inigualables

Punta Pedrera es un rincón costero que cautiva con sus impresionantes acantilados, no excesivamente altos, pero con el encanto de ofrecer accesos naturales que te permiten descender hasta el mar. Este lugar conserva una atmósfera tranquila y poco concurrida, ideal para quienes buscan escapar del bullicio y disfrutar de un baño relajante en aguas cristalinas, casi como si tuvieras el océano para ti solo.

Sus aguas son serenas y calmadas, tan apacibles que podrías pensar que estás nadando en una piscina natural. Pero si lo tuyo es la aventura, Punta Pedrera también tiene algo para ti: zonas perfectas para lanzarte desde las rocas al mar y sentir esa dosis de adrenalina que tanto te gusta.

Además, las formaciones rocosas de este lugar son simplemente fascinantes. Tanto en la parte superior de los acantilados como bajo el agua, descubrirás estructuras geológicas únicas y curiosas. En el mar, te sorprenderán las cuevas semisumergidas, un espectáculo natural que despierta la curiosidad y añade un toque mágico a este paraíso escondido. Punta Pedrera es, sin duda, un destino que combina tranquilidad, belleza y un toque de aventura.

Ses Platgetes: Donde la Paz Abraza el Mar

En la costa este, cerca de Es Caló, Ses Platgetes es un conjunto de playas pequeñas y escondidas, ideales para quienes buscan serenidad. Aquí, las aguas cristalinas y la arena blanca te invitan a un día de pura relajación. Rodeadas de dunas y vegetación, estas playas transmiten una sensación de aislamiento y calma, ideal para desconectar y disfrutar de la naturaleza en su estado más puro.

Torre de Sa Punta Prima: Guardianes del Pasado

En lo alto de la costa este de Formentera, la Torre de Sa Punta Prima se alza como un recordatorio de los días en que los piratas acechaban la isla. Construida en el siglo XVIII, combina historia y vistas impresionantes. Desde Es Pujols, un sencillo camino costero te conducirá a esta torre. Desde su plataforma superior, disfruta de una panorámica que abarca el azul infinito del Mediterráneo y la esencia de Formentera.

Cala en Baster: Serenidad entre rocas y mar.

Imagina un refugio tranquilo, lejos del bullicio, donde las aguas cristalinas acarician un fondo rocoso perfecto para el snorkel. Eso es Cala en Baster, un rincón apartado en la costa norte de Formentera. Ideal para quienes buscan desconectar y perderse en la belleza submarina.

Sigue la carretera de Sant Ferran a Es Caló y desvíate hacia la izquierda. El acceso no está señalizado, lo que añade un toque de aventura a tu llegada. Un pequeño aparcamiento te llevará a un sendero que desemboca en este enclave mágico.

Can Marroig: Naturaleza en su máxima expresión.

Situado en el Parque Natural de Ses Salines, Can Marroig es un paraíso para los amantes de los paisajes salvajes y la fauna local. Con rutas de senderismo que serpentean entre acantilados y miradores, este lugar es un festín para los sentidos. Explora los caminos que atraviesan la finca, observa aves en su hábitat natural y visita el centro de interpretación para conocer más sobre este ecosistema único.

Más allá de sus playas más famosas, Formentera guarda secretos que esperan ser revelados. Calas recónditas, cuevas fascinantes, torres centenarias y paisajes que quitan el aliento te esperan en esta isla que parece diseñada para la aventura y la contemplación.

 

Más información: www.formentera.es

LAS LAGUNAS DE LA CAMPIÑA, UN REFUGIO NATURAL EN EL CORAZÓN DE BAENA

Gracias al alto nivel de precipitaciones que se están registrando en los últimos días, es posible disfrutar de estas joyas vitales para la biodiversidad local.

 

 

Baena, situada donde la sierra Subbética se funde con la vasta campiña, alberga un tesoro natural único: las lagunas de la Campiña. Estas pequeñas joyas acuáticas, dispersas entre olivares y campos de cereal, son testigos silenciosos de un pasado en el que los humedales dominaban el paisaje. Hoy, aunque reducidas en extensión, conservan un valor ecológico incalculable y sirven de refugio para una rica biodiversidad, especialmente para las aves acuáticas.

 

Las lagunas de la Quinta, Rincón del Muerto, Casasola, Cortijo Viejo, De la Roa y Butaguillo son de origen endorreico, lo que significa que se alimentan principalmente de las lluvias. Aunque el avance de la agricultura intensiva ha alterado profundamente el entorno, reduciendo casi por completo la vegetación natural, estas lagunas han logrado sobrevivir a la desecación masiva de los años 60 y 70. Su existencia es un recordatorio de la importancia de conservar estos ecosistemas, frágiles pero vitales.

La laguna de la Quinta: un santuario para la malvasía cabeciblanca

Con algo más de 6 hectáreas, la laguna de la Quinta es una de las más destacadas. Sus aguas ligeramente salobres albergan un cinturón de vegetación compuesto por tarajes, carrizos y eneas, que sirven de hábitat para una gran variedad de aves acuáticas. Entre ellas, destaca la presencia de la malvasía cabeciblanca, una especie emblemática y en peligro de extinción que ha encontrado en esta laguna un lugar para reproducirse. Esta anátida, junto con otras especies como el flamenco común, la garza real y el calamón común, convierte a la Quinta en un punto de interés ornitológico de primer orden.

Rincón del Muerto y Casasola: la lucha por la supervivencia

La laguna del Rincón del Muerto, con sus 5 hectáreas y aguas muy salobres, es un ejemplo de cómo la actividad agrícola ha impactado en estos ecosistemas. Rodeada de olivares y sin vegetación perilagunar, sufre un alto grado de colmatación debido a la cercanía de los cultivos. A pesar de ello, es un lugar clave para el flamenco común y varias especies de limícolas, como la cigüeñuela y la avoceta.

Por su parte, la laguna de Casasola, reducida a una lámina de agua de apenas 2 hectáreas, solo aparece en años de lluvias abundantes. Aunque carece de vegetación perilagunar y está atravesada por un gasoducto, aún logra ser un refugio para especies como el ánade azulón y la focha común.

Cortijo Viejo y Butaguillo: pequeños oasis en la Campiña

Las lagunas del Cortijo Viejo, aunque separadas por apenas 200 metros, representan dos mundos distintos. La segunda de ellas, con 1,5 hectáreas, está rodeada de olivos y presenta manchas dispersas de carrizos que sirven de refugio a especies como la cerceta carretona y la garza real. Además, alberga una población significativa de galápago leproso, un reptil autóctono que encuentra aquí un hábitat ideal.

La laguna del Butaguillo, por su parte, es una pequeña charca de media hectárea rodeada de eucaliptos que impiden el crecimiento de la vegetación natural. A pesar de su reducido tamaño, es utilizada por especies como la polla de agua y el azulón.

La Roa: una laguna bajo presión

La laguna de La Roa, situada al norte de Baena, es otro ejemplo de cómo la presión agrícola ha afectado a estos ecosistemas. Sin vegetación perilagunar y rodeada de cultivos, aún logra atraer a especies como la cigüeñuela y el águila calzada. Su recuperación dependerá de la reducción de las presiones humanas y la restauración de su entorno natural.

Las lagunas de la Campiña de Baena son mucho más que simples extensiones de agua. Son refugios de vida, puntos de descanso para aves migratorias y lugares de reproducción para especies amenazadas. Su conservación no solo es crucial para la biodiversidad, sino también para mantener el equilibrio ecológico de la región. En un mundo donde los humedales desaparecen a un ritmo alarmante, estas lagunas nos recuerdan la importancia de proteger lo que aún queda. Baena, con su rico patrimonio natural, tiene la oportunidad de convertirse en un referente en la conservación de humedales. Las lagunas de la Campiña no son solo un legado del pasado, sino una esperanza para el futuro. Su protección es tarea de todos para asegurar que estas joyas naturales sigan brillando en el corazón de Córdoba.

Más información en:
https://baenaturismo.com/
www.baena.es

 

CEE, EL ÚLTIMO REDUCTO BALLENERO DE EUROPA

Caneliñas fue la última gran ballenera que cerró en Europa, y de la que actualmente todavía se conserva su edificación principal.

 

Enclavada en la abrupta Costa da Morte, en la parroquia de Ameixenda perteneciente al municipio de Cee, aún resisten las ruinas de la última factoría ballenera de Europa. La vieja ballenera de Caneliñas, que cerró definitivamente en 1985 debido a la moratoria mundial en la caza comercial de cetáceos, es un testimonio olvidado de una industria que marcó la historia económica y social de Galicia.

 

La Costa da Morte guarda pequeños secretos que sorprenden al visitante, no sólo por su exuberante naturaleza, sino también por rincones llenos de historia. El municipio de Cee alberga en Gures, parroquia de Ameixenda, una de sus parroquias, la factoría de más largo recorrido de Europa.

 

La vieja ballenera de Caneliñas comenzó siendo una fábrica de salazón, propiedad de Andrés Cerdeiras Pose, de la que actualmente se conservan sus paredes. Esta actividad derivó hacia la caza y despiece de cetáceos, muy relevante en Galicia. Entre 1924 y 1927, este enclave industrial fue adquirido por una empresa noruega fundando la primera factoría ballenera moderna de España.

 

Su emplazamiento estratégico favorecía el procesamiento de ballenas, pues se trataba de una ensenada protegida de los vientos, y con gran abundancia de cetáceos que eran cazados en las costas próximas por barcos especializados. Del tratamiento de estos animales, en los primeros tiempos, se obtenía aceite y otros derivados. Además, se aprovechaban las barbas de las ballenas para la confección de las armazones de los corsés de las mujeres.

 

Los métodos de caza intensiva utilizados por los noruegos mermaron rápidamente la población de cetáceos y obligo al cierre al poco tiempo.

 

En los años 30, una empresa española se hizo cargo de las instalaciones, aunque años más tarde volvió a manos de otra empresa noruega bajo el nombre de Industria Ballenera S.A. Esta mantuvo la actividad ampliando las instalaciones con nuevas naves y exportando su producto al mercado japonés permitiendo un mayor aprovechamiento del animal, a partir de 1970.

 

Tras una época de declive marcada por numerosas trabas, como el bloqueo internacional al régimen franquista, la falta de divisas o el Tratado de la Comisión Ballenera Internacional encaminaron el terrible final, que concluyó con el cierre definitivo en 1985 por la moratoria mundial en la caza comercial de ballenas.

 

En la actualidad se conserva buena parte de las instalaciones tanto de los primeros tiempos, como de otras épocas, como el muelle para atraque de las embarcaciones; un almacén para desechos transformados en harinas; la rampa de izado de ballenas, zona de despiece, algibes y depósito de aceite.

 

Las ruinas de Caneliñas constituyen el último gran vestigio de la industria ballenera en Europa, en el que se capturaron cerca de 12.000 cetáceos, cuyos productos fueron usados en diferentes sectores como alimentación, cosmética y la industria química.

 

Este reducto narra una historia de tradición y transformación industrial, pero también es un patrimonio olvidado que aún tiene mucho que contar.

 

 

 

 

Para más información:https://www.turismodecee.es/es/