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Castelló, a través de sus huellas modernistas

 

El patrimonio cultural de la capital de la Plana tiene una de sus señas de identidad en este estilo arquitectónico-ornamental que se apoya también en la cerámica

 

Los cuatro edificios ubicados en la plaza de La Farola –epicentro histórico-urbano de la ciudad–, el edificio de Correos, el kiosco frente al Teatro Principal, la Casa Dávalos, la Casa de los Caracoles… Castelló es también un museo al aire libre del Modernismo, movimiento artístico de finales del siglo XIX y principios del XX que cautiva por la belleza de sus formas curvas y asimetrías, y el uso de la cerámica, la forja y las vidrieras de colores para ensalzar fachadas e interiores. Arquitectos influenciados por Antonio Gaudí –uno de los genios universales de este estilo– dieron forma a los deseos de adineradas familias burguesas de la época, dejando una imborrable huella urbanística que supone uno de los grandes atractivos culturales de pasear por Castelló.

 

     ¿Nos vemos en La Farola? Quien visite Castelló debe saber que ese es uno de los principales puntos de encuentro y nombre popular de la Plaza de la Independencia por la farola que preside su glorieta central. Una plaza que se configuró en 1891 y hace referencia a la Guerra de la Independencia. Aquí estaba la antigua puerta de acceso a la ciudad… y ahora conecta con la principal vía de entrada al centro histórico.

 

 

La Farola –en hierro forjado y rematada con cuatro brazos decorados con dragones que sostienen faroles– ocupa el centro de esta plaza. Fue precisamente en este lugar donde el cardenal de Tarragona, Francesc Vidal y Barraquer, coronó en 1924 a la Virgen del Lledó como patrona de Castelló. Una plaza que enlaza al norte con el Parque Ribalta –auténtico pulmón verde de la ciudad– y que está declarada Conjunto Histórico-Artístico por sus cuatro edificios modernistas unidos unos a otros. El auténtico Km 0 del Modernismo castellonense que se caracteriza también por el uso de la cerámica, industria muy arraigada en la ciudad.

 

El primero es la Casa Chillida (1014-15), que destaca por su volumen prismático, los esbeltos arcos de mediopunto y la balaustrada entre jarrones de piedra. La Casa Alcón (1913) mezcla estilos en un curioso eclesticismo donde pueden verse pináculos pseudogoticistas mezclados con triglifos modernistas. La Casa de las Cigüeñas (1912), obra del arquitecto local Godofredo Ros de Ursinos, es la más emblemática, con sus bellos colores en su cerámica policromada, los balcones de hierro forjado y pilastras que descansan sobre pedestales ornados con cigüeñas y rematados con dobles columnas atornasoladas. Y la Casa Calduch (1903) destaca por un gran mirador de madera enmarcado en una fachada con almohadillados y diferentes tipos de balcones, con un grandioso trabajo en forja.

 

 

El otro gran referente arquitectónico modernista es el edificio de Correos y Telégrafos (1932), realizado en ladrillo que se mezcla en formas y combina con los colores de la cerámica, principalmente azules y amarillos. Con bloques neo-mudéjares que recuerdan la tradición musulmana, en su conjunto destaca la fachada, flanqueada por dos torretas. Y su interior es un espacio funcional con una zona central –con luz natural– y un friso superior con motivos costumbristas.

 

 

Justo frente al Teatro Principal no deja indiferente a nadie el kiosco modernista de la Plaza de la Paz, en madera forja y vidrieras. En la calle Mayor (nº 78), la Casa de los Caracoles, actual sede de la Presidencia de la Generalitat Valenciana en Castelló, llama la atención por dos ejemplares de este molusco en la entrada de carruajes. En la calle Gasset (nº 5), otro impresionante edificio, la Casa Dávalos. En la calle Colón (esquina con Alloza) sobresale la fachada de Muebles Navarro, edificio que a lo largo de los años ha albergado diversos comercios. En la calle Enmedio (nº 148), la Academia la Purísima, edificio residencial plurifamiliar. Y en la Ronda Magdalena, la iglesia de la Sagrada Familia también destila decoración modernista en su fachada.

 

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Rafael Barbadillo: «Los autobuses somos el transporte colectivo que más viajeros mueve, seguros y sin apenas contagios»

Rafael Barbadillo, Presidente de CONFEBUS (Confederación Española de Transportes en Autobús), entrevistado hoy viernes en ‘MIRADAS VIAJERAS TV’ (Negocios TV, Canal 125 de Movistar +)

 

¿Qué supone el transporte terrestre colectivo para vertebrar la movilidad en España? ¿Cómo le ha afectado esta pandemia? ¿Qué ayudas demanda para poder salir adelante? ¿Cuáles son sus principales retos, de presente y futuro? Todos estos, y otros temas del sector, han sido abordados esta mañana por Rafael Barbadillo, Presidente de CONFEBUS (Confederación Española de Transportes en Autobús), en Miradas Viajeras TV. Entrevistado en el Hotel Only You Atocha, de Madrid, Barbadillo ha contestado a las preguntas de Fernando Valmaseda sobre un sector que aglutina a 3.200 empresas, factura 5.900 millones de euros anuales y da empleo a más de 95.000 personas. “Vamos a jugar un papel determinante en lo que es la movilidad territorial y lo hacemos de forma segura”. Y añade: “El autobús siempre está ahí cuando lo necesitas”

 

Los autobuses, como transporte colectivo, están muy presentes en nuestra vida diaria: líneas regulares, escolares, bodas, celebraciones, eventos MICE, desplazamientos de equipos deportivos… Y aunque están vinculados, por esencia, al Ministerio de Transporte, también tienen una gran incidencia en el turismo. “Unimos diariamente 8.000 poblaciones y recorremos 75.000 kilómetros, lo que permite garantizar y vertebrar el territorio español”, afirma Rafael Barbadillo, presidente de CONFEBUS, la Confederación Española de Transportes en Autobús. “Somos la patronal de los autobuses, organización empresarial donde están representadas todas las actividades de los autobuses, con 3.200 empresas asociadas y 30 organizaciones territoriales repartidas por toda España que dan servicio a cada zona”.

 

Barbadillo afirma que “quitando el vehículo privado, somos el transporte colectivo que más viajeros mueve en España, con diferencia. Dos de cada tres viajeros que se desplazan por nuestro país lo hacen en autobús, lo que pone de manifiesto la gran importancia de nuestro sector para vertebrar el territorio… aunque muchas veces esto es obviado por las administraciones y no merece la atención que precisa nuestra actividad”. Un sector que, sin embargo, es líder en Europa: Nuestra flota de autobuses es la más moderna de la Unión Europea gracias a que somos un país turístico y poseemos un sistema basado en concesiones que permite una renovación constante de la flota. Invertimos más de 600 millones de euros anuales en esta renovación y, además, tenemos un sector carrocero de gran nivel mundial. Todo ello hace que configuremos una industria de transporte en la que España es puntera”.

 

Como el resto de sectores, el del transporte colectivo terrestre se ha visto fuertemente dañado por la pandemia. “Cuando todo empezó, hace un año, no pensábamos que iba a durar tanto. Una situación complicadísima para muchas empresas de nuestro sector que no han facturado practicamente nada debida a una caída de viajeros del 60% en general y del 85% en larga distancia. Estamos en una situación de supervivencia, con dramas personales de familias que han vivido varias generaciones de lo que es el transporte terrestre”. Y para salir adelante necesitan que el Gobierno tome medidas mucho más drásticas que hasta ahora: “Los Ertes y los Icos estaban muy bien al principio pero la situación se ha prolongado tanto que esas ayudas han quedado muy cortas. Hacen falta medidas más duras para que las empresas sobrevivan y que, cuando la actividad arranque, estemos ahí para poder dar servicio a las personas que estamos deseando que vuelvan a España”.

 

Entre estas medidas tan necesarias, Barbadillo apunta a las moratorias de los leasing que se ampliaron de 6 a 9 meses “pero sería ideal llevarlos a un período superior de 12 o 18 meses. Y necesitamos ayudas directas para financiar los costes que supondrán las salidas; es decir, cuando esto termine va a haber que comprar gasoil para dar servicio, dar de alta los seguros de los vehículos, sacar a los trabajadores de los ERTE… En definitiva, necesitamos recursos financieros para reanudar nuestra actividad, que es esencial para dar acceso a los servicios del estado del bienestar: trabajo, educación, sanidad. Hemos recibido algunas ayudas directas pero han sido más bien compensaciones por nuestras obligaciones de servicio público, pues hay personas que necesitan desplazarse. Pero con una demanda tan mínima es inviable porque no son rentables; de ahí estas compensaciones”.

 

Para el Presidente de CONFEBUS los mensajes negativos de los representantes públicos han generado miedo a viajar y afirma que “nuestro transporte es absolutamente seguro. Las cifras de contagio son mínimas, prácticamente cero, no solo en los viajeros sino también en nuestros conductores, que apenas se han contagiado. Haciendo uso de todas las medidas y recomendaciones sanitarias, es seguro. La caída de viajeros ha llegado por restringir la movilidad, porque están confinados muchos municipios; pero éramos un sector viable y lo vamos a volver a ser. Porque donde llega el autobús no llega ningún otro medio de transporte. Somos fundamentales para el turismo regional, el rural y, en definitiva, para el desarrollo de la actividad turística; sin transporte no hay turismo”.

 

Rafael Barbadillo ha hecho mención al Plan de Reconstrucción que “elaboramos el pasado verano y presentamos en septiembre para que muchas de las medidas que pedimos queden reflejadas en el plan del Gobierno español y que se ajustan a lo que demanda Europa”. En este sentido, explica que la descarbonización del transporte supondrá una transformación ecológica importante, y estamos haciendo investigaciones en temas de hidrógeno, haciendo pruebas con vehículos autónomos. Los fondos europeos tienen que ayudarnos a los retos que debemos afrontar con el cambio de tecnología en los motores de cara a la renovación de flotas. Entre un vehículo actual de gasoil y uno eléctrico el precio es el doble. Si las ayudas no van en la línea de compensar esta diferencia difilcilmente se podrá hacer”. Y ha hecho también alusión al Plan Estratégico de competitividad basada en la sostenibilidad del transporte presentado por la comisaria alemana: “Hay países que han establecido ayudas directas para el sector que tenemos recogidas en un documento que hemos facilitado al Gobierno para que vea lo que se está haciendo en otros países. Los fondos europeos son los que nos permitirán dar el salto para afrontar los retos del transporte: la modernización y la descarbonización”.

 

Precisamente esta reconstrucción, la unidad y la estrategia son los tres pilares fundamentales sobre los que se asienta el proyecto actual de CONFEBUS. “La unidad es fundamental porque nos permite tener una interlocución fuerte y mejor con el Gobierno y la estrategia ha sido este Plan de Recuperación, enfocado en la transformación ecológica, la digitalización y también en la formación, porque hemos de adaptar los perfiles de personal que tenemos a este importante cambio tecnológico: un vehículo eléctrico no se conduce igual que uno de gasoil, ni las reparaciones o el mantenimiento son los mismos”.

 

La pandemia afecta también al cambio de mentalidad del viajero, que requerirá mayor seguridad a la hora de viajar. En este sentido, Barbadillo afirma que “todos los protocolos sanitarios han sido avalados por empresas de certificación para que el viajero se sienta seguro. Se ha invertido mucho dinero en ellos; hemos hecho los deberes. Y también hemos escuchado al viajero y sus necesidades con nuestros cuestionarios de valoración del servicio. Otro de los grandes retos del transporte terrestre es la digitalización. “Es fundamental porque el transporte se ha convertido en un sector de tecnología punta y el vehículo autónomo va muy unido a la digitalización”. También ha explicado el Presidente de CONFEBUS que “trabajamos en un tema muy importante como es la intermodalidad para que el tren, el avión y los autobuses estemos interconectados y que el pasajero pueda sacar su billete origen-destino con independencia del medio de transporte que utilice y pueda saber el precio final como el tiempo invertido; llevar en un billete todo el trayecto”.

 

Rafael Barbadillo también ha extraído una conclusión de esta pandemia: “Que somos un sector esencial. Durante el confinamiento, de las pocas actividades que estaban en la calle dando servicio era el transporte en autobús. Y eso, pese al miedo porque desconocíamos cómo se producía la propagación del virus. Pero nuestros profesionales han dado servicio. Somos un sector resistente y vamos a volver a estar ahí, dando lo mejor de nosotros cuando la actividad se recupere”.

 

El corazón ‘oculto’ de Roses

Un paseo por el Núcleo Histórico de la localidad rosense, agazapado justo por detrás de la fachada litoral

 

Más allá de su majestuosa bahía, sus playas y sus dos grandes iconos patrimoniales –la Ciudadela y el Castillo de la Trinitat– Roses cobija en sus adentros la más pura esencia de una villa medieval que fue creciendo en el siglo XVIII alrededor de la iglesia parroquial de Santa María, en la plaza de la Iglesia. Un laberinto de estrechas calles plagadas de tiendas, bares y restaurantes en las que perderse sin prisas y olvidarse del tiempo. Una plaza de la Pau, dedicada a la memoria histórica de la Guerra Civil, que incluye un refugio antiaéreo. Y como guinda, en primera línea de mar, casas modernistas y neoclásicas que son el fiel reflejo de la prosperidad rosense en los siglos XIX y XX, entre ellas la espléndida Casa Mallol, sede del Ayuntamiento

 

     La plaza de Catalunya, con vistas al mar, que diverge de la Avenida de Rhode y el Paseo Marítimo –que bordea la majestuosa bahía de Roses, integrada en el Club de Bahías Más Bellas del Mundo–, es la puerta de entrada a la otra Roses, la menos conocida por el viajero que va en busca del sol y el mar. Pero sumergirse en ella, en su Núcleo Histórico, es ir al encuentro de las raíces de una villa que fue creciendo en el arrabal de la Ciudadela.

 

 

La mejor bienvenida son los edificios neoclásicos y modernistas que dan solemnidad a esta plaza, evocando el recuerdo de una época –siglos XIX y XX– en la que el comercio era próspero y las familias adoptaban el estilo constructivo vinculado a los indianos. Dan fe de ello las casas Ramon Rahola, Mates, Canals, Marqués de Linàs y, sobre todo, la modernista Casa Mallol, que data de 1906. Remodelada en 1985, alberga en la actualidad el ayuntamiento. A partir de allí, el visitante empezará a sentir los latidos del corazón de Roses, que conducen hasta la plaza de la Iglesia.

 

 

     La iglesia parroquial de Santa María (construida entre 1792 y 1853) tomó el relevo del monasterio románico de Santa María, cuyos restos –en bastante buen estado­– se cobijan en la Ciudadela. Destaca en ella su fachada monumental ochocentista, formada por grandes sillares e inspirada en la Puerta del Mar de la citada Ciudadela. Y también, a ambos lados, dos modernos campanarios acabados en hierro que suplieron al antiguo, en la parte posterior de la iglesia, de forma triangular. Durante la Guerra Civil, en la que se destruyeron los altares y las imágenes, el edificio se destinó al mercado y a un taller de carpintería. La iglesia fue reformada, estrenando en 1995 su fisonomía actual, con un nuevo altar.

 

 

Lugar emblemático del Núcleo Histórico es también la plaza de la Pau, dedicado a la memoria histórica de la Guerra Civil Española. En 2006 se inauguró allí la remodelación integral del espacio con un grupo escultórico de la artista Ció Abellí, que reflexiona sobre la irracionalidad de la guerra y el valor de la vida. En esta misma plaza tiene una de sus tres entradas un refugio antiaéreo construido entre 1937-38. Son 100 metros de longitud, un metro de anchura y 1,90 metros de altura, y fue clave para que muchas familias salvaran sus vidas durante los bombardeos de la aviación italiana y los ataques de la marina franquista.

 

 

Otra de las zonas destacadas es la Riera Ginjolers, que llega hasta el mar. Antiguamente, llena de agua, dividía en dos a la localidad, debiendo utilizarse diversos puentes para conectar las calles. Pero con su remodelación pasó a convertirse en una rambla peatonal con la que Roses no solo volvió a unir sus dos partes sino que logró un espacio de paseo y ocio que acoge fiestas tradicionales –como la de Reyes– y diferentes actos de las principales fiestas de esta bella localidad, referente de la Costa Brava catalana. 

 

                                      

     Más información en: http://es.visit.roses.cat/

La gran historia que cobija ‘El Fadrí’ de Castelló

Esta torre-campanario, singular por su especial ubicación, tiene un gran valor histórico y emocional y es el gran icono patrimonial de la capital de la Plana

 

Su altiva figura y su magnetismo –arquitectónico y visual– acaparan la atención en la plaza Mayor de Castelló, donde cohabita con el ayuntamiento, el mercado municipal y la Concatedral de Santa María, de la que está separado; de ahí su nombre: Fadrí (soltero). Una torre-campanario octogonal, de estilo gótico valenciano, finalizada en el siglo XVII. Tiene 58 metros de altura y está dividida interiormente en cuatro estancias: Cámara del reloj, Prisión de clérigos, Vivienda del campanero y Sala de campanas. Hay un total de once: ocho de volteo, en esa sala, y tres fijas, en el chapitel. Subir hasta ellas por una escalera de caracol de 188 peldaños es como retroceder 4 siglos… y sumergirse en la historia de Castelló.

 

 

     La historia del principal icono patrimonial de Castello, El Fadrí, arranca en 1437, casi dos siglos antes su finalización (1604). Pero ¿por qué erigirla separada de la Concatedral de Santa María, como sería lo habitual? Porque el ‘maestro de las horas’ advirtió que el repicar de las campanas de este templo estaba dañando su estructura. Así que en 1457 empezaron las obras de una nueva torre-campanario independiente. Pero el encargado de la misma –el maestro cantero Saera– tuvo que dejar Castelló doce años después, tras haber levantado solo los ocho primeros metros… y la edificación quedó paralizada durante más de un siglo.

 

Fue en 1591 cuando se reanudaron las obras –a cargo del portugués Damián Méndez– y concretaron sus características técnicas: de piedra picada y sobriedad decorativa, rasgos del estilo desornamentado que desde finales del siglo XVI caracterizaba a la arquitectura española. Aquel singular proyectó finalizó trece años despues, en 1604, alzándose 58 metros en su cuerpo central, con una circunferencia de 29 metros en su cima. Y desde entonces ha sido el encargado de avisar a los habitantes y labradores del campo de la presencia de algun peligro, de dar las horas para levantarse, entrar y salir del trabajo… y de anunciar las fiestas.

 

Su nombre actual se lo dio el poeta local Bernat Artola en uno de sus versos: “El campanar de la Vila és fadrí de veritat. Te la consciencia tranquila y el cervell destarifat; perquè diu que la experiencia de la vila li ha mostrat, que la millor conveniència es viure sense veinat” (El campanario de la villa es soltero de verdad. Tiene la conciencia tranquila y el cerebro destarifado; porque dice que la experiencia de la Villa le ha demostrado, que la mejor conveniencia es vivir sin vecindario). Todo un símbolo de la fuerza, honradez, durabilidad y nobleza de Castelló.

 

El interior de El Fadrí

 

El acceso a la torre-campanario –catalogada como Bien de Interés Cultural– se realiza a través de una pequeña puerta adintelada, con un frontón triangular, una hornacina con volutas y los escudos del Reino de Valencia y las Torres de Castelló. Y a ambos lados, dos contrapesos que antes servían para tocar desde allí las campanas.

 

A continuación, una escalera de caracol con 188 escalones conduce hasta la cúspide pasando por sus cuatro estancias. La Cámara del reloj (escalón 78) acoge la maquinaria de un reloj mecánico (1850), sustituido hace medio siglo por un ordenador y tres mazos. También pueden verse pinturas que representan a un soldado del siglo XVII. La Prisión de los clérigos (escalón 95) cuenta con una ventana enrejada y una letrina con un canalón que conecta con el exterior, además de una pintura de la Sagrada Familia. La Vivienda del campanero (escalón 122), que llegó a acoger hasta una decena de personas, reproduce también una de las cenefas descubiertas en la última restauración. Y la Sala de campanas (escalón 145), alberga ocho de volteo que llevan estos nombres: Dolores, Joaquina, Cristina, Victoria, Jaime, Ángel, Vicent (que despierta a las 6 de la mañana del día de la Romería de la Magdalena) y María (que anuncia la vesprà de la Magdalena).

Desde la cuarta estancia se accede a la Terraza (escalón 188), en la que lucen ocho gárgolas: dos perros (símbolo de la fidelidad y de Sant Roc, antiguo patrón de Castelló), dos leones (emblema del evangelista San Marcos, que representan la fuerza y la majestad), dos águilas reales (que también expresan poder) y dos arpías (seres mitológidos que significan culpa y castigo). Esta terraza acoge un chapitel de planta triangular con pilastras de orden toscano cubiertas con tejas azules, y rematado con una veleta. Su interior alberga tres campanas más: Tófol (en honor a San Cristóbal, patrón de la ciudad) es la más antigua, data de 1604, pesa 2.156 kilos y, desde entonces, es la que da las horas; y Ana y María del Lledó dan los cuartos.

 

El Fadrí cobra también protagonismo en las fiestas de la Magdalena con la Enfarolà, en la que –tras procederse a descolgar desde su cima el cartel anunciador de cada edición– es el epicentro de un espectacular castillo de fuegos artificiales.

 

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El secreto de la verdadera magia de Menorca

 

Más allá de sus mil calas y playas, de su naturaleza, gastronomía y patrimonio, hay algo que distingue a Menorca y atrapa al visitante: su manera de entender la vida, forjada con el paso de las distintas civilizaciones que han dejado huella en ella. Los gestadores de la cultura talayótica, allá por el 1400 a.C., los romanos, los vándalos y los bizantinos, los musulmanes… y, más recientemente, los ingleses (sobre todo) y franceses. Todos ellos contribuyeron a definir el carácter del menorquín, que recibe al visitante con los brazos abiertos, dispuesto a que se sienta como en su propia casa. Un valor inmaterial pero que, sin duda, agradece el viajero, quien rápidamente olvida el estrés de la vida cotidiana para disfrutar por unos días de la mágica esencia de la isla. Un lugar donde se vive, siente y disfruta a ritmo slow. Tentador, ¿verdad?

 

‘El factor humano’ –título de una de las más prestigiosas novelas de Graham Greene– serviría para definir el secreto mejor guardado de Menorca: sus gentes que son las que dan vida a todo lo demás. Empezando por esas milenarias piedras que configuran una de las señas de identidad de la isla: la cultura talayótica, que en febrero de este año será presentada por España como candidata a Patrimonio de la Humanidad.

 

 

     Visitar un destino conlleva algo más intenso y profundo que la simple contemplación de monumentos o hacer selfies junto a ellos. Es sumergirse en la propia historia de cada uno para entender su verdadero significado, el resultado de lo que contemplan nuestros ojos. Y todo ello hay que saber contarlo, con orgullo y con pasión, como lo hacen los menorquines. Solo así es posible entender cómo esos conjuntos de milenarias piedras componen navetas, talayots, taulas o necrópolis, auténticas obras de arte pétreas de una civilización que empezó a marcar el destino de Menorca, su diferenciación como una isla única en el Mediterráneo.

 

La historia también está perfectamente fusionada con la conservación del territorio de la isla, Reserva de la Biosfera desde hace un cuarto de siglo. Dan fe de ello senderos como el Camí de Cavalls, 185 kms que recorren todo el perímetro costero y cuyos orígenes se remontan a 7 siglos atrás cuanto, en tiempos del rey Jaime II, se ordenó mantener un caballo armado para vigilarla ante posibles ataques por mar. O el Camí d’en Kane, construido durante la dominación británica (siglo XVIII) por orden del gobernador inglés Richard Kane y que durante un siglo se convirtió en el eje principal de Menorca, de Ciutadella a Maó. En la actualidad parte de este camino –desde Es Mercadal a Maó– es una ruta paisajística.

 

 

     También la gastronomía de Menorca –que le ha valido el reconocimiento de Región Europea de la Gastronomía 2022– es rica en matices de otras culturas que han dejado su poso en muchas de sus recetas. Como el vino, que implantaron los romanos; el cuscussó, dulce típico navideño, heredado de los árabes; la ginebra menorquina autóctona, el Gin Xoriguer, de influencia británica al igual que el brou de xenc (caldo ternera); o la salsa mahonesa, que durante la dominación francesa entusiasmó al Duque de Richelieu (siglo XVIII), quien ‘exportó’ la receta a Francia con el nombre de mahonnaise, en honor a Maó.

 

Y más allá de la propia tierra también está el cielo, que ya observaban los antepasados menorquines y que ha derivado en otro de los grandes atractivos de la isla, declarada Destino y Reserva Starlight por su nitidez nocturna, nula de contaminación lumínica.

 

El secreto de la verdadera magia de Menorca está, precisamente, en haber sabido mantener la autenticidad de esa esencia multicultural que ha impregnado el carácter menorquín. Historia, naturaleza, costumbres, tradiciones… pero, sobre todo, personas. Parad los relojes y disfrutad de esta magia de Menorca como hacen los menorquines: poc a poc.

 

                             Más información en: www.menorca.es

Claudia Hernández: «El golf en España es un motor turístico que genera 13.000 millones de euros»

 

La Presidenta de la Asociación Española de Campos de Golf, entrevistada hoy viernes en ‘MIRADAS VIAJERAS TV’ (Negocios TV, Canal 125 de Movistar +)

 

¿Qué impacto tiene el turismo de golf en España? ¿Por qué somos el primer país del mundo en recepción de turistas de golf? ¿Cómo le ha afectado la pandemia al Sector? ¿Cuáles son sus retos? ¿Qué supone para el refuerzo de la Marca España? Todos estos, y otros temas, han sido analizados esta mañana por Claudia Hernández, Presidenta de la Asociación Española de Campos de Golf, en ‘Miradas Viajeras TV’. Entrevistada en el Champions Bar del Hotel Madrid Marriott Auditorium, Claudia ha respondido a las preguntas de Fernando Valmaseda. Más que un mero deporte, el golf es una industria turística que “crea empleo, bienestar y riqueza; más de 121.000 puestos de trabajo directos e indirectos y el 95% de ellos son fijos y a jornada completa”, afirma. Y añade convencida: “El golf tiene que ser la palanca de recuperación para el turismo español”

 

 

     Claudia Hernández, empresaria y técnica en actividades turísticas, lleva cerca de 30 años ligada al mundo del golf y, desde hace cuatro años, es la Presidenta de la Asociación Española de Campos de Golf, creada a finales de 2015, en la que están integrados más de la mitad de los casi 400 campos que hay en España. “Nuestra Asociación es la patronal del golf. Luchamos por la defensa de los intereses empresariales del negocio; y no solo trabajamos para nuestros asociados, nuestra labor repercute en todos. Las federaciones trabajan en la promoción del deporte y nosotros en la parte empresarial”.

 

Según un estudio sobre el impacto económico del golf en España realizado por la propia Asociación, junto con la Federación España y el Instituto de Empresa (IE), “el golf en España es un motor turístico; una industria que genera cerca de 13.000 millones de euros de forma directa o indirecta. Además, somos el primer país del mundo en Turismo internacional de golf [por delante de EE.UU., primero a nivel de turismo local]. Cada año vienen a jugar a España 1,2 millones de turistas que generan esos grandes ingresos; pero con un matiz: 7 de cada 8 euros van a parar a otros sectores económicos distintos al nuestro. El golf reparte infinitamente más de lo que recibe”. Por eso considera que “hemos sido muy maltratados pese a que generamos riqueza y empleo. Según el citado estudio, más de 121.000 puestos de trabajo, directos e indirectos; y además, el 95% de los puestos de trabajo directos del golf son empleo de calidad, fijos y a jornada completa”. En este sentido, destaca la gran mejora en cuanto al nivel de los trabajadores: La profesionalidad es cada vez mayor como, por ejemplo, la de los ‘greenkeepers’; hace dos décadas eran jardineros, ahora son personal especializado en el cuidado de los campos. Pero hay que seguir apostando por la calidad porque cada vez tenemos más competencia en países cercanos como Portugal, Marruecos, Francia, Italia o Turquía”.

 

Claudia Hernández defiende que “el golf es un sector estratégico dentro del Turismo en nuestro país porque el turista de golf gasta más, pernocta más y es una actividad desestacionalizadora al jugarse durante todo el año. Somos complementarios al turismo de ‘sol y playa’ con lo que generamos empleo no solo en nuestros campos sino en el entorno. Antes los hoteles cerraban en cuanto terminaba la temporada veraniega; ahora, si tienen un campo de golf, se mantienen abiertos todo el año”.

 

Como el resto del sector turístico, el del golf se ha visto muy afectado por la pandemia. “Han sido meses frenéticos en los que no pensaba en el futuro sino en solucionar los problemas más inmediatos. Y hemos seguido trabajando porque el campo es un ser vivo y hay que cuidarlo día a día. Luego, cuando acabó el confinamiento domiciliario, abrieron todos los campos de golf de España, incluso con pérdidas, para dar un toque de confianza y demostrar que somos una actividad saludable, sin riesgo, sin contacto y podíamos empezar a tirar del carro del turismo. Queríamos lanzar un mensaje al mundo que podemos recibir turismo de forma segura y los campos de golf son un claro ejemplo”.

 

Claudia Hernández se siente orgullosa de que “durante estos cuatro años que llevo al frente hemos logrado formar una piña, trabajar unidos”, pero le duele que las medidas tomadas para combatir la pandemia no hayan sido las más adecuadas: “Han sido nefastas para el sector turístico en general y el nuestro en particular; por eso en estos meses nos hemos reunido con todas las administraciones e incluso con los cinco principales partidos políticos para que sepan la realidad del golf y que cuando se tomen medidas se acuerden de nosotros. En el resto del mundo el golf es solo deporte; en España es deporte y turismo, las dos cosas. Por eso no entiendo que al turista le cobren un 10% de IVA en un hotel y en el campo de golf un 21%. No pedimos una rebaja… sino que se corrija este error; el golf tiene un IVA que no le corresponde como sector turístico que es”.

 

Además del IVA, Claudia Hernández reclama otras medidas para su sector como “la bajada o supresión de impuestos para este año, moratorias en los ICOS, exenciones en las cuotas de la seguridad social… medidas que nos permitan salir adelante. Antes se trataba de aguantar, ahora de sobrevivir; con medidas para mantener a los trabajadores y otras para recuperar a los clientes, sobre todo a nivel sanitario. Es mucho más rentable hacer PCR´s a todos los turistas que entren en España que lo que estamos perdiendo en turismo. Se ha demostrado que el golf es un deporte saludable y distanciado. El problema es no haber dejado traer a los turistas extranjeros. Pero el golf tiene que ser la palanca de recuperación para el sector turístico español”. Y añade: “El 25% de los turistas que vienen a jugar a España tienen segunda residencia en nuestro país. Son 283.000 turistas de golf y eso genera una inversión inmobiliaria de 42.000 millones de euros anuales. Además son turistas que repiten, como mínimo tres veces al año, generando un gasto recurrente. Ahora, con el teletrabajo, esos resorts que tenemos con campos de golf van a atraer a ingleses y alemanes, que están locos por venir aquí a trabajar y pasar tiempo”.

 

Dada su importancia como subsector dentro del turismo español, Claudia Hernández considera que el golf puede ser un elemento unificador y representativo de la Marca España en el exterior. “Al margen de tener grandes profesionales [entre ellos Jon Rahm, que el pasado año llegó a ser número uno mundial] el turismo de golf es Marca España y sería muy fácil recuperar la confianza de los clientes porque tenemos un gran prestigio mundial. Los empresarios están tirando del carro la pega son los gobiernos, en España y en Europa; cada país es un desbarajuste. Sin embargo en nuestras empresas tenemos los protocolos bien definidos y no se contagia nadie”.

 

Uno de los retos que afronta la Asociación es convertir el golf en un deporte de masas, como ocurre en países como EE.UU o Reino Unido. “No es cierto que el golf sea un deporte exclusivo, depende de donde juegues o del material que adquieras. Puedes comprar el mejor equipo o el más económico; puedes jugar en Valderrama [en Sotogrande (Cádiz), el mejor de España] o en el Hércules de Galicia, por poner un ejemplo. El golf es asequible a la mayoría de bolsillos; hay gimnasios de moda que son más caros que un club de golf. Tenemos capacidad, infraestructuras y mucho margen aún de crecimiento, y eso es bueno. Si cuidamos este sector, por la importancia que tiene, podemos seguir creciendo pues aun no hemos llegado al límite”.

 

Otro reto es cuidar al turista de golf nacional que es quien salvó la pasada temporada. “Es importantísimo porque podemos llamar turistas a todos los jugadores porque les encanta moverse, ir a campos de otras zonas y hacer un poco de turismo en ellas. El turismo nacional de golf ha crecido en estos últimos meses porque es un deporte saludable y sin riesgo de contagios. ¿Reinventarnos? Llevamos 10 meses reinventándonos y creando protocolos especiales. Lo que nos sobra es espacio; en el cuarto de palos el cliente lo encuentra todo ordenado y bien separadas todas las bolsas. También es fundamental el tema de la digitalización que en los próximos años será uno de los puntos que nos hará crecer, junto al medioambiental”.

 

En cuanto a lo que le ha enseñado esta pandemia, Claudia Hernández afirma que “está siendo una experiencia insólita. El sufrimiento nos ha hecho menos duros, más compasivos y más humanos. Pero me rebela que se haya abandonado a muchos sectores económicos y también dejado un poco de lado a otras enfermedades que no son el COVID-19”. Y se muestra también crítica porque “a mí me encanta salir de las contrariedades creciendo y no lo estamos sabiendo hacer. Podíamos haber avanzado en nuestras empresas, en la administración, y no lo hemos hecho”.