Archivo de la categoría: Cultura

Menorca, piedras que ‘hablan’

 

La cultura talayótica es una de las señas de identidad de la isla balear, que en apenas 700 km2, alberga más de 1.500 yacimientos arqueológicos

 

De gran belleza, fotogenia y un magnetismo que atrapa al visitante, navetas, talaiots, taulas, poblados y necrópolis transportan a un viaje de regreso al pasado de más de cuatro milenios, ¡al año 2.100 antes de Cristo! Un patrimonio arqueológico único en el mundo cuya materia prima es un elemento natural del paisaje menorquín que entronca con su cultura y su historia: las huellas talayóticas. Unas piedras que hablan… pues son el más fiel testimonio de los primeros moradores de la isla.

 

     Construidos entre dos milenios –del año 2.300 a.C. hasta la conquista romana, en el 123 a.C.– este conjunto talayótico constituye uno de los atractivos más singulares y representativos de la cultura menorquina. Hay navetas (construcciones para enterramientos colectivos en forma de nave invertida), poblados, taialots (torres troncocónicas destinadas a la vigilancia), recintos de taula (que tenían una función ritual y en cuyo interior se ubica una estructura formada por una columna y un capitel en forma de T) y necrópolis (enterramientos en cuevas, generalmente ubicadas en barrancos).

De todo este patrimonio arqueológico el gran icono es la Naveta des Tudons, a 9 kms de Ciutadella; un tipo de tumba que solo se encuentra en esta isla. También estarían entre los grandes referentes: la Torre d’en Galmés, entre Alaior y Son Bou, el poblado talayótico mejor conservado. El poblado talayótico de Trepucó, 2 kms al sur de Maó. Torralba d’en Salort, entre Alaior a Cala’n Porter. Las necrópolis de Calescoves, entre Sant Climent y Cala’n Porter, y de Cala Morell, 12 kms al norte de Ciutadella. Las navetas de Rafal Rubí, cerca de Alaior. O el poblado talayótico de Binissafullet (entre Sant Lluís y esta localidad). Además, el Museo de Menorca, en Maó, alberga piezas prehistóricas; y el Museo Municipal de Ciutadella, en el palacio Can Saura, una exposición sobre la prehistoria de Menorca.

Más información: www.menorca.es Vídeo Menorca Talayótica: https://bit.ly/2yMtvjO

Castelló de la Plana se une a la ‘Ruta Europea de la Cerámica’

Esta capital de la Comunidad Valenciana es la primera ciudad española que formará parte de la European Route of Ceramics del Consejo de Europa, creada en 2011

 

Castelló de la Plana da un nuevo impulso a su proyección turística internacional gracias a una de sus señas de identidas culturales: la cerámica. Y desde este mes de abril se integra en la ‘Ruta Europea de la Cerámica’ de la que solo forman parte otras cinco ciudades y entidades del Viejo Continente: Faenza (Italia), Limoges (Francia), Museo Princenhof de Delft (Países Bajos) y Museo Porzellanikon de Selb y Höhr-Grenzhausen (ambos en Alemania)

 

 

Formar parte de esta Ruta “nos brinda la oportunidad de compartir a nivel internacional una parte esencial de nuestra identidad, de mostrar no solo las colecciones de cerámica sino también el proceso de producción de la misma, lo que ocurre entre bastidores. Y también las aplicaciones innovadoras que estamos dando, potenciando los usos urbanos del producto cerámico y su inclusión en los proyectos de inversión pública”, resalta la alcaldesa de Castelló de la Plana, Amparo Marco.

Esta ruta permite descubrir mediante las visitas promovidas desde esta red la evolución cultural y social que, gracias a la industria cerámica –una de las más antiguas de Europa– han experimentado las regiones implicadas en ella, creando una fuerte identidad europea y reflejando las particularidades locales que conviven en sus distintos territorios. Un año después de su creación, la Ruta Europea de la Cerámica logró en 2012 su certificación como Itinerario Cultural del Consejo de Europa, cuyo reto es poner en valor y proteger la herencia –material e inmaterial– ligada a la cerámica, así como coordinar y establecer nuevas sinergias con las entidades europeas vinculadas al sector.

Más información: www.castellonturismo.com

Café de la Ópera: música y comida el maridaje perfecto

Madrid es una ciudad donde todo el mundo encuentra su lugar. Sin duda, la cultura tiene un lugar privilegiado en la capital. Muestra de ello es la gran infinidad de propuestas para todos los públicos que encontramos siempre en Madrid. La música también tiene un lugar importante, y su templo lo encontramos en el Teatro Real, en donde las mejores óperas llevan más de 200 años sobre las tablas.

Junto a este edificio se encuentra El Café de la Ópera, un lugar sin igual en donde poder disfrutar no solo de la mejor lírica, sino también de una oferta gastronómica impresionante. En “Una Cena Cantada”, El Café de la Ópera marida los mejores manjares para el paladar con la mejor lírica en directo. Óperas y Zarzuelas deleitan a los oídos, mientras la decoración, que acompaña a la música, sorprende a la vista. Del olfato y el paladar se ocupa la exquisita comida que encontramos. Una experiencia sin igual para los sentidos.

Esta experiencia es única, ya que los comensales no solo disfrutan de una cena con espectáculo, sino que pueden sentirse parte de la actuación gracias a la fantástica compañía artística propia de El Café de la Ópera, que hace partícipe a los asistentes en el espectáculo, interactuando con ellos. De esta manera, cada visita a El Café de la Ópera se convierte en una experiencia única, perfecta para disfrutar con familiares y amigos y poder vivir una velada que permanecerá siempre en la memoria de los asistentes.

Toda la información, disponible en www.elcafedelaopera.com.

Un paseo por 25 siglos de historia en la Ciudadela de Roses

Construida en el siglo XVI para proteger la localidad, es un gigantesco museo al aire libre con joyas arqueológicas que arrancan en el siglo IV antes de Cristo

 

Grandes civilizaciones como la griega y la romana o épocas como la Edad Media afloran en las 17 hectáreas del gran icono patrimonial rosense, declarado Conjunto Histórico-Artístico en 1961. Un itinerario bien señalizado permite seguir las huellas que –a lo largo de más de dos milenios­­– marcaron la vida de esta localidad, referente de la Costa Brava catalana. Esta Ciudadela acoge también un museo con siete áreas temáticas… y cada año cobra una nueva dimensión lúdico-artística convertida en el mágico escenario del festival Sons del Món, que marida música y vino.

     El recorrido arranca con la zona griega, pues a sus colonizadores helenos se debe la fundación de la localidad, que denominaron Rhode. De aquella época se conservan restos del barrio helenístico, con talleres de cerámica y metales. El circuito prosigue con los vestigios de una zona artesanal romana, de los siglos II al VI, donde destaca una factoría de salazón. Y muy cerca se ubica, asimismo, una necrópolis paleocristiana. La Edad Media marcó también la historia del lugar, dejando como principal testimonio el monasterio románico-lombardo de Santa María, fundado en el siglo XI por monjes benedictinos. Su estructura mejor conservada es el ábside central de la iglesia, reconstruido en el s. XX.

 

Igualmente reseñables son los restos de un casco antiguo urbano fortificado medieval. Con el paso de los siglos, lo que era una zona civil se fue transformando en militar, con cuarteles. Y así fue evolucionando, guerra tras guerra, hasta las últimas napoleónicas. Los franceses, que la ocuparon durante seis años, se retiraron en 1814 dejándola semiderruida. Las tropas españolas reconvirtieron parte de la fortaleza en un pequeño baluarte utilizado como batería de costa hasta 1915. En 1986 se inició su reconstrucción que culminó en 2004, abriéndose al público para proponer un mágico viaje en el tiempo… ¡de 25 siglos!

 

               Más información en: http://ca.visit.roses.cat/

 

Menorca, raíces profundas

La diversidad cultural de esta isla balear ha dejado huellas perfectamente visibles en una Ruta Etnológica mucho menos conocida… pero llena de atractivos

 

Las canteras de s’Hostal, cerca de Ciutadella; las barracas para animales en forma de pirámide escalonada en Punta Nati, los molinos harineros como el de Sant Lluís, el aljibe de origen inglés de Es Mercadal o un Centro Artesanal en esta misma localidad, ubicada en el corazón de la isla. Las huellas que han ido dejando los diferentes oficios presentes en el campo menorquín constituyen otro de los alicientes que Menorca depara a quienes desean descubrir sus raíces, más allá de los chapuzones en sus maravillosas calas y playas.

    

En Líthica nada es lo que parece. Porque lo que en apariencia son unas canteras –las de s’Hostal, a unos 5 kms de Ciutadella– para la extracción de piedra se han convertido desde hace un cuarto de siglo en uno de los lugares más espectaculares de Menorca para el desarrollo de todo tipo de eventos lúdico-culturales, como el veraniego Festival Pedra Viva. Además estas canteras tienen una veintena de espacios bien señalizados, como el Laberinto de los Vergeles, el Circuito Botánico o el Jardín Medieval. Al oeste de la isla, en Punta Nati, sorprenden unas curiosas edificaciones de piedra de los siglos XVIII y XIX, de planta circular o cuadrada, llamadas barracas. Y se unen a la densa red de muros de piedra diseminados por la isla e integrados en el paisaje. Son bellos exponentes de la interacción del hombre con el medio natural.

Sant Lluís vivió de sus tres molinos de viento harineros de los que hoy día se conservan dos: el Molí de Dalt, transformado en museo etnológico, y otro como centro para la juventud. En Ciutadella está el Molí des Comte, del siglo XVIII. Y hay otro en Es Mercadal. Esta localidad también atesora un aljibe del siglo XVIII en el que se recogía y almacenaba el agua de lluvia para abastecer a las tropas británicas de la época. Y un Centro Artesanal ubicado en un edificio centenario: los antiguos cuarteles militares. Este centro expone numerosas piezas, elementos etnológicos del campo menorquín, plantas autóctonas y un interesante audiovisual de siete oficios tradicionales, además de poder adquirirse productos elaborados por los artesanos.

   Más información en: www.menorca.es

La seducción modernista de Tarragona

 

Una ruta urbana con 55 referencias –entre ellas 31 edificios– permite admirar las huellas arquitectónicas de este movimiento artístico de finales del siglo XIX y principios del XX

 

Antonio Gaudí, genio del Modernismo catalán, dejó en Tarragona su sello en el altar y el manifestator del Santuario de Nuestra Señora del Sagrado Corazón. Pero la ciudad está llena de otras joyas de este estilo. Edificios civiles y religiosos como el Teatro Metropol, el rectorado de la URV, el Mercado Central, la fábrica de la Chartreuse, el colegio de las Teresianas o edificios de viviendas. Y como guinda, la también modernista barandilla del Balcón del Mediterráneo, majestuoso mirador desde el que contemplar el mar… y tocar ferro (tocar hierro), que trae suerte.

Más allá del conjunto arqueológico romano de Tarraco –su principal icono turístico y Patrimonio de la Humanidad–, de las huellas patrimoniales de los primeros cristianos o de la Edad Media, Tarragona tiene otro potente imán que atrae a muchos turistas allí donde deja su impronta: el Modernismo. Además del genial Gaudí –que dejó su legado cuando aun era estudiante de Arquitectura–, la ciudad fue cuna de otros dos grandes arquitectos: su aventajado discípulo Josep Maria Jujol y Josep Maria Pujol de Barberà, que embellecieron Tarragona con llamativos edificios.

Un total de 55 referencias –31 edificios, 16 elementos de edificios y 8 bienes inmuebles–, la mayoría de ellas flanqueando la Rambla Nova, principal arteria de la ciudad que nadie puede perderse, constituyen la crème de la crème del modernismo tarraconense. Una manera de disfrutar del entorno urbano admirando edificios de viviendas como las casas Ximenis, Ripoll, Salas, Bofarull, doctor Aleu, Porta Mercadé o Rabadà; el antiguo Hotel Continental o el reloj del puerto. Tarragona también seduce, 24 siglos después de la Tarraco romana, por su belleza modernista.

                            

Más información: https://www.tarragonaturisme.cat/es/rutas/ruta-modernista