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9 citas para una primavera artística menorquina en el teatro de ópera más antiguo de España

Del 13 de marzo al 24 de abril, el Teatre Principal de Maó acoge una variada programación que pone en valor la cultura en la isla balear

 

Magia, cine, títeres, teatro, conciertos… Todo ello tiene cabida esta primavera en uno de los espacios culturales más emblemáticos de Menorca: el Teatre Principal de Maó (1829), el coliseo operístico más antiguo de España con sus casi dos siglos de historia, superando al mismísimo Liceo de Barcelona (1847) o al Teatro Real de Madrid (1850). Diseñado según los parámetros y decoración de los espacios escénicos italianos –en forma de herradura, elemento clave para su perfecta acústica– el Teatre Principal se suma a la variada oferta patrimonial, gastronómica, deportiva y de naturaleza de una isla que también cautiva al visitante por su forma de entender la vida: tranquila, sana y natural.

 

 

Ubicado en el Centro Histórico de Maó, el Teatre Principal se gestó en el primer tercio del siglo XIX a partir de los restos de la muralla que rodeaba la ciudad. Y da la bienvenida con la escultura de Talia (musa clásica de la comedia), una figura femenina un tanto andrógina, en bronce, de tres metros de altura y líneas clásicas, situada sobre un pedestal en el punto donde finaliza la fachada antigua y empieza la de nueva creación. Esta estatua fue inaugurada en 2001, el mismo año en el que el Teatro Principal estrenaba una rehabilitación integral que lo dotó del equipamiento necesario para todo tipo de representaciones sin perder un ápice de su peculiaridad arquitectónica, coincidiendo con su 150 aniversario. Su patio de butacas está rodeado de 16 arcos que sustentan tres pisos de palcos, además del gallinero.

 

Coincidiendo con el ‘despertar’ de la primavera, el Teatre Principal de Maó alzará sus dos telones –el de las cortinas rojas y el de las verdes– un hecho que le otorga otra singularidad a este coliseo operístico, para acoger una programación de lo más variada, con nueve propuestas para todo tipo de público.

 

El espectáculo de magia ‘El imposibilista’ (13 marzo, 18:00 h) adentra al espectador en un viaje para explorar los límites entre la ilusión y la realidad de la mano de Sergi Buka, utilizando objetos cotidianos. El filme ‘Sofía’ (23 marzo, 20:30 h), del colombiano Famor Botero, narra el viaje interior de emancipación de una mujer al conocer a un extranjero, tras la muerte de su padre. El espectáculo de títeres ‘¿Dónde vas, Moby Dick? (27 marzo, 12:00 y 18:00 h) servirá para celebrar en familia el Día Mundial del Teatro con esta imaginativa recreación de la legendaria ballena blanca. Otra propuesta teatral muy innovadora, ‘A mí, nadie me ha pedido si yo quería ser’ (28 marzo, 11:00, 12:00 y 13:00 h), plantea la compleja decisión de escoger un oficio. Y el ‘Concierto de Primavera’ (31 marzo, 19:00 h) cerrará marzo con la Banda de Maó.

 

Durante el mes de abril, cuatro propuestas más. Arrancará con el teatro musical ‘Soy feliz’ (7 abril, 12:00 y 17:00 h), en el que la artista Dàmaris Gelabert articula una bella historia en torno a la amistad, la entrega a los demás y los caminos equivocados que hace falta reconducir. Cineclub en el teatro proyectará ‘La profesora de parvulario’ (13 abril, 20:30 h), filme franco-israelí sobre una maestra que descubre el prodigioso talento para la poesía de un niño de 5 años. La Orquesta Sinfónica de las Islas Baleares, acompañada de la actriz Àngels Gonyalons, ofrecerá ‘Una noche de musical’ (17 abril, 20:00 h), con una selección de canciones de los mejores musicales del Broadway neoyorquino y el West End londinense, tales como ‘A Chorus Line’, ‘Cats’ o ‘Los Miserables’. Y cerrará la programación de primavera ‘Jazz Abierto’, un concierto a cargo de Chano Domínguez y Diego Amador que fusiona el jazz y el flamenco.

 

 

                 Más información en: www.menorca.es y https://teatremao.com/es

Tres huellas arqueológicas para viajar a la prehistoria de Formentera

Desde hace un mes es posible realizar una visita virtual en tres dimensiones al más importante de los tres, Ca na Costa, el megalito más importante de las Islas Baleares

 

De un paraíso del siglo XXI… ¡A la Edad de Bronce! Sorprendente, ¿verdad? Formentera atrae al visitante por el fascinante encanto de sus cristalinas aguas y su naturaleza salvaje pero, una vez allí, la menor de las Pitiusas es también una fuente inagotable de experiencias. Como la de retroceder cuarenta siglos en la historia, en un imaginario viaje en el tiempo para admirar su atractivo menos conocido: su patrimonio arqueológico. Tres son los referentes que lo componen: el sepulcro de Ca na Costa, los yacimientos de Cap de Barbaria y el castellum romano de Can Blai. Un retorno al pasado… sin dejar el presente.

 

Recorrer Formentera a pie o en bicicleta en busca de sus playas tiene también sorpresas culturales, como las de descubrir -¡y admirar!- las huellas arqueológicas que son el más fiel reflejo del devenir de la historia, desde el 2.100 a.C. Al norte, cerca de Es Pujols, Ca na Costa; al este, camino de Es Caló, Can Blai; y rumbo al faro, Cap de Barbaria (I, II y III). Un mágico triángulo patrimonial que puede ser un perfecto complemento a los chapuzones, el senderismo por sus Rutas Verdes, los románticos atardeceres o la degustación de la sabrosa gastronomía slow food de la isla.

 

1–Ca na Costa. Monumento megalítico de carácter religioso descubierto en 1974, cuyos orígenes se remontan a comienzos de la Edad de Bronce (entre 2040 y 1600 a.C.). Este yacimiento funerario consta de una cámara central circular delimitada por grandes losas verticales rodeadas por tres círculos concéntricos de empedrados y 22 radiales, además de un corredor que conduce a la parte central.

 

2–Cap de Barbaria I, II, III. Tres de la veintena de yacimientos arqueológicos pertenecientes también a la Edad de Bronce (entre 1600 y 1000 a.C.), que son fiel testimonio de la densa población que había en esta zona de isla, actualmente deshabitada. El mayor es Cap de Barbaria II, con una compleja estructura formada por diferentes ámbitos y formas, adosados unos a otros: círculos, semicírculos, herradura, elipse. Unos compartimentos relacionados a los usos de cada espacio: habitaciones, áreas de trabajo o corrales.

 

3–Can Blai. Restos de una construcción fortificada romana (siglos III y IV d.C.). Su estructura es de planta cuadrada con una torre en cada esquina. Su tipología hace pensar que fue creada como refugio para la población de las zonas cercanas.

 

 

Más información: https://www.formentera.es         Visita Virtual a Ca na Costa: https://bit.ly/3e22MT7

LEÓN, PARADA INDISPENSABLE PARA EL PEREGRINO

León es pasión, una ciudad que lo tiene y lo da todo por sus visitantes, un destino idóneo para hacer una parada mientras se hace el Camino de Santiago. Cruce de culturas, arte que llega a su máximo esplendor en su catedral gótica, sus barrios Húmedo y Romántico con una oferta gastronómica insuperable… León lo tiene todo. Durante el peregrinaje, la capital leonesa se posiciona como un alto en el camino, indispensable, para aquel que dirija sus pasos hacia Santiago de Compostela.

Un paso más cerca de la meta, de la ilusión que este 2021 tiene su apogeo como Año Santo Xacobeo. Desde el camino, uno puede imaginar las torres de la Catedral de Santiago de Compostela, fin del peregrinaje que, en su trayecto, deja recuerdos maravillosos para custodiar en la memoria. Recuerdos de lugares como León que alimentan el alma. Por su estratégica ubicación, la capital leonesa se convierte en un lugar de parada obligatoria para los peregrinos que realizan este recorrido a través del ‘Camino Francés’, que une la localidad de Saint Jean de Pied de Port con la ciudad compostelana. La ciudad de León se encuentra a escasos 300 kilómetros de Santiago de Compostela y, desde allí, tan solo 14 etapas a pie separan al peregrino de su destino.

catedral-leon
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El camino también es cultura, un viaje en la máquina del tiempo por la historia de una ciudad de convivencia. El Museo de las Tres Culturas de León es un enclave perfecto como punto de entrada de los peregrinos a la ciudad. Está dividido en tres áreas, una zona de recepción donde los visitantes pueden descansar y acceder a toda la información sobre el Camino de Santiago; otra sobre el pasado romano de Puente Castro con paneles explicativos y la recreación de una habitación con un médico romano; y una dedicada a la cultura judía, con la recreación de una escena de hogar.

La popularmente conocida como Plaza del Grano es una de las imágenes más hermosas de la capital leonesa, símbolo de su pasado. Tomándola como punto de partida, un paseo por la ciudad enriquece el alma con lugares como el albergue de peregrinos de las Benedictinas, en el Monasterio de las Carbajalas. Recorriendo la Rúa, se llega a la Casa Botines, joya del modernismo de Gaudí que plasmó en la estampa leonesa. Junto a ello, el palacio renacentista de los Guzmanes, una de las familias más poderosas e influyentes, tampoco pasa desapercibido.

El corazón de León está en la calle Ancha, la más importante de la ciudad desde la época romana. Una vía llena de vida que divide en dos el casco histórico leonés y a su vez delimita a la perfección los barrios Húmedo y Romántico. Llena de comercios y establecimientos gastronómicos, es una parada obligatoria para reponer fuerzas tras horas y kilómetros de caminata. Recorrer esta calle es disfrutar de una vista privilegiada, admirando fachadas de antiguos palacios donde hoy convergen multitud de estilos con un objetivo, llegar hasta la impresionante Catedral gótica. Desde este punto, la parte más alta de la ciudad, los callejones colindantes hacen aparecer hacia la derecha a la Real Colegiata de San Isidoro.

Se trata de un monumento histórico que no solo alberga la conocida como ‘Capilla Sixtina del románico’, sino que, además fue testigo de las primeras Cortes que convierten a León en Cuna del Parlamentarismo.

León es pasión por el peregrino, un alto en el camino santo en una ciudad con una oferta cultural, histórica y gastronómica insuperable.

Castelló, a través de sus huellas modernistas

 

El patrimonio cultural de la capital de la Plana tiene una de sus señas de identidad en este estilo arquitectónico-ornamental que se apoya también en la cerámica

 

Los cuatro edificios ubicados en la plaza de La Farola –epicentro histórico-urbano de la ciudad–, el edificio de Correos, el kiosco frente al Teatro Principal, la Casa Dávalos, la Casa de los Caracoles… Castelló es también un museo al aire libre del Modernismo, movimiento artístico de finales del siglo XIX y principios del XX que cautiva por la belleza de sus formas curvas y asimetrías, y el uso de la cerámica, la forja y las vidrieras de colores para ensalzar fachadas e interiores. Arquitectos influenciados por Antonio Gaudí –uno de los genios universales de este estilo– dieron forma a los deseos de adineradas familias burguesas de la época, dejando una imborrable huella urbanística que supone uno de los grandes atractivos culturales de pasear por Castelló.

 

     ¿Nos vemos en La Farola? Quien visite Castelló debe saber que ese es uno de los principales puntos de encuentro y nombre popular de la Plaza de la Independencia por la farola que preside su glorieta central. Una plaza que se configuró en 1891 y hace referencia a la Guerra de la Independencia. Aquí estaba la antigua puerta de acceso a la ciudad… y ahora conecta con la principal vía de entrada al centro histórico.

 

 

La Farola –en hierro forjado y rematada con cuatro brazos decorados con dragones que sostienen faroles– ocupa el centro de esta plaza. Fue precisamente en este lugar donde el cardenal de Tarragona, Francesc Vidal y Barraquer, coronó en 1924 a la Virgen del Lledó como patrona de Castelló. Una plaza que enlaza al norte con el Parque Ribalta –auténtico pulmón verde de la ciudad– y que está declarada Conjunto Histórico-Artístico por sus cuatro edificios modernistas unidos unos a otros. El auténtico Km 0 del Modernismo castellonense que se caracteriza también por el uso de la cerámica, industria muy arraigada en la ciudad.

 

El primero es la Casa Chillida (1014-15), que destaca por su volumen prismático, los esbeltos arcos de mediopunto y la balaustrada entre jarrones de piedra. La Casa Alcón (1913) mezcla estilos en un curioso eclesticismo donde pueden verse pináculos pseudogoticistas mezclados con triglifos modernistas. La Casa de las Cigüeñas (1912), obra del arquitecto local Godofredo Ros de Ursinos, es la más emblemática, con sus bellos colores en su cerámica policromada, los balcones de hierro forjado y pilastras que descansan sobre pedestales ornados con cigüeñas y rematados con dobles columnas atornasoladas. Y la Casa Calduch (1903) destaca por un gran mirador de madera enmarcado en una fachada con almohadillados y diferentes tipos de balcones, con un grandioso trabajo en forja.

 

 

El otro gran referente arquitectónico modernista es el edificio de Correos y Telégrafos (1932), realizado en ladrillo que se mezcla en formas y combina con los colores de la cerámica, principalmente azules y amarillos. Con bloques neo-mudéjares que recuerdan la tradición musulmana, en su conjunto destaca la fachada, flanqueada por dos torretas. Y su interior es un espacio funcional con una zona central –con luz natural– y un friso superior con motivos costumbristas.

 

 

Justo frente al Teatro Principal no deja indiferente a nadie el kiosco modernista de la Plaza de la Paz, en madera forja y vidrieras. En la calle Mayor (nº 78), la Casa de los Caracoles, actual sede de la Presidencia de la Generalitat Valenciana en Castelló, llama la atención por dos ejemplares de este molusco en la entrada de carruajes. En la calle Gasset (nº 5), otro impresionante edificio, la Casa Dávalos. En la calle Colón (esquina con Alloza) sobresale la fachada de Muebles Navarro, edificio que a lo largo de los años ha albergado diversos comercios. En la calle Enmedio (nº 148), la Academia la Purísima, edificio residencial plurifamiliar. Y en la Ronda Magdalena, la iglesia de la Sagrada Familia también destila decoración modernista en su fachada.

 

     Visita virtual a La Farola Modernista: https://bit.ly/2Ls17dg                      Planifica tu escapada: https://www.castellonturismo.com

 

Pistas para celebrar el Año Jubilar de Guadalupe en la Provincia de Cáceres

 

Su monasterio, Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, será centro de peregrinación por tierras cacereñas hasta el 10 de septiembre de 2022, tras haber sido ampliado un año el Jubileo Guadalupense por la Santa Sede

 

Guadalupe es mucho más que uno de los ‘Pueblos más bonitos de España’ (Asociación a la que se integró en 2018); es también la localidad que da cobijo al Real Monasterio de Santa María de Guadalupe, patrona de Extremadura desde hace un siglo. Y si visitarlo cualquier año es ya un placer sensorial y espiritual, hacerlo en 2021-22 se convierte en una experiencia inolvidable por coincidir con su Año Jubilar, hecho que acontece solo cuando la festividad de la Virgen coincide en domingo; como el 6 de septiembre de 2020, inicio del Año Santo. Doce caminos conducen hasta Guadalupe y recorrer cualquiera de ellos no solo permite alcanzar el Jubileo sino disfrutar de un entorno natural único entre castaños milenarios y bosques encantados… hasta llegar al corazón extremeño.

 

Todo empezó cinco siglos atrás, cuando el Papa Paulo III estableció el primer Año Jubilar de Guadalupe, en 1536. Era una forma de rendir homenaje a Nuestra Señora de Guadalupe, cuya imagen se cobija en el Real Monasterio que toma su nombre. Una virgen negra sedente realizada en madera de cedro, de estilo románico, que mide 59 centímetros y pesa 3.975 gramos. Desde entonces, solo se celebró de manera excepcional hasta 2005, cuando otro Papa, Juan Pablo II, concedió la gracia del Año Jubilar Guadalupense siempre que la fiesta litúrgica coincidiera en domingo, hecho que sucede con una cadencia de 6, 5, 6 y 11 años. Como en 2020, en que dio comienzo el Jubileo que se prolongará hasta el 10 de septiembre de este 2022. El próximo será en 2026 por lo que estos próximos 19 meses son una oportunidad única para peregrinar hasta el corazón de Extremadura.

 

 

     Doce son los caminos por tierras cacereñas que conducen hasta Guadalupe: Camino Real, Camino de los Montes de Toledo, Camino de la Jara, Camino de Cabañeros, Camino de Levante, Camino de los Mineros, Camino Mozárabe, Camino Romano, Camino Visigodo, Camino de los Descubridores, Camino de Monfragüe y Camino de los Jerónimos. Convertirse en uno de los 170.000 peregrinos que anualmente suelen visitar el monasterio es disfrutar con los cinco sentidos de un territorio privilegiado, de enorme riqueza paisajística, que atraviesa bosques, humedales, sierras y valles, con un alto grado de biodiversidad y buen estado de conservación. Y, sobre todo, uno de los grandes tesoros naturales de la zona: El Geoparque Mundial de la Unesco Villuercas-Ibores-Jara, un increíble macizo montañoso con siete zonas ZEPA (especial protección de aves), además de relieve apalachense, desfiladeros, refugios con pinturas rupestres, castillos árabes, minas… y espectaculares miradores panorámicos.

 

Y al llegar a Guadalupe, el goce de pasear por las empedradas calles de uno de los ‘Pueblos más bonitos de España’ –reconocida Asociación a la pertenece desde 2018– hasta llegar al Real Monasterio de Nuestra Señora de Guadalupe. Una vez allí, tras atravesar la Puerta Santa de la basílica, llega el ritual de acariciar las piedras de su entrada, en la nave de Santa Ana, que según la tradición cubrió a la imagen de la Virgen tras haber sido sepultada para protegerla. Y, cómo no, disfrutar visitando la iglesia, los claustros mudéjar y gótico, la sacristía, el camarín y los museos de este monasterio declarado Monumento Nacional en 1879 y Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde 1993.

 

Una leyenda que se remonta al siglo I

 

Cuenta la leyenda que la imagen fue realizada en un taller de escultura fundado en Palestina en el siglo I d.C. Tras ser venerada en templos de Acaya y Bizancio, el Papa San Gregorio Magno la regaló al arzobispo de la Sevilla visigoda quien la colocó en una ermita a las afueras de la ciudad. Pero durante la invasión musulmana del año 711, los cristianos, para protegerla, la depositaron en una caja que escondieron junto al río Guadalupe (afluente del Guadiana que discurre por Cáceres), en la serranía de Villuercas.

 

En el siglo XIII la Virgen se le apareció a un vaquero cacereño, Gil Cordero, y le dijo que existía una escultura de ella junto al río Guadalupe. Cordero la buscó, encontró la caja con la sagrada imagen, e hizo una pequeña cabaña agolpando piedras en la que depositó la imagen, siendo el origen de la primera ermita que albergó a la Virgen de Guadalupe. El santuario empezó a recibir peregrinos del entorno más cercano hasta que –en 1337– el rey Alfonso XI de Castilla y de León impulsó la construcción del que –en 1389– pasaría a convertirse en el Real Monasterio de Nuestra Señora de Guadalupe, regentado en sus orígenes por los jerónimos y, desde 1908, por monjes de la congregación franciscana.

 

 

La grandeza de este centro de devoción mariana está vinculada también a los grandes personajes de la historia que lo han visitado, como Isabel la Católica, Cristóbal Colón, Hernán Cortés, Carlos V, San Pedro de Alcántara, Santa Teresa de Jesús, Miguel de Cervantes, Lope de Vega o Miguel de Unamuno, entre otros. Historia, tradición y espiritualidad fusionadas en un Monasterio que este 2021 continúa celebrando su Año Jubilar. Y una buena excelente oportunidad de disfrutarlo es aprovechando los Bonos Turísticos de la Provincia de Cáceres, que pueden adquirirse hasta el 31 de mayo y canjearse para ser disfrutados hasta el 31 de diciembre de este mismo año.

Más información: www.descubrircaceres.com y en el vídeo: https://n9.cl/2rzoz

 

 

El corazón ‘oculto’ de Roses

Un paseo por el Núcleo Histórico de la localidad rosense, agazapado justo por detrás de la fachada litoral

 

Más allá de su majestuosa bahía, sus playas y sus dos grandes iconos patrimoniales –la Ciudadela y el Castillo de la Trinitat– Roses cobija en sus adentros la más pura esencia de una villa medieval que fue creciendo en el siglo XVIII alrededor de la iglesia parroquial de Santa María, en la plaza de la Iglesia. Un laberinto de estrechas calles plagadas de tiendas, bares y restaurantes en las que perderse sin prisas y olvidarse del tiempo. Una plaza de la Pau, dedicada a la memoria histórica de la Guerra Civil, que incluye un refugio antiaéreo. Y como guinda, en primera línea de mar, casas modernistas y neoclásicas que son el fiel reflejo de la prosperidad rosense en los siglos XIX y XX, entre ellas la espléndida Casa Mallol, sede del Ayuntamiento

 

     La plaza de Catalunya, con vistas al mar, que diverge de la Avenida de Rhode y el Paseo Marítimo –que bordea la majestuosa bahía de Roses, integrada en el Club de Bahías Más Bellas del Mundo–, es la puerta de entrada a la otra Roses, la menos conocida por el viajero que va en busca del sol y el mar. Pero sumergirse en ella, en su Núcleo Histórico, es ir al encuentro de las raíces de una villa que fue creciendo en el arrabal de la Ciudadela.

 

 

La mejor bienvenida son los edificios neoclásicos y modernistas que dan solemnidad a esta plaza, evocando el recuerdo de una época –siglos XIX y XX– en la que el comercio era próspero y las familias adoptaban el estilo constructivo vinculado a los indianos. Dan fe de ello las casas Ramon Rahola, Mates, Canals, Marqués de Linàs y, sobre todo, la modernista Casa Mallol, que data de 1906. Remodelada en 1985, alberga en la actualidad el ayuntamiento. A partir de allí, el visitante empezará a sentir los latidos del corazón de Roses, que conducen hasta la plaza de la Iglesia.

 

 

     La iglesia parroquial de Santa María (construida entre 1792 y 1853) tomó el relevo del monasterio románico de Santa María, cuyos restos –en bastante buen estado­– se cobijan en la Ciudadela. Destaca en ella su fachada monumental ochocentista, formada por grandes sillares e inspirada en la Puerta del Mar de la citada Ciudadela. Y también, a ambos lados, dos modernos campanarios acabados en hierro que suplieron al antiguo, en la parte posterior de la iglesia, de forma triangular. Durante la Guerra Civil, en la que se destruyeron los altares y las imágenes, el edificio se destinó al mercado y a un taller de carpintería. La iglesia fue reformada, estrenando en 1995 su fisonomía actual, con un nuevo altar.

 

 

Lugar emblemático del Núcleo Histórico es también la plaza de la Pau, dedicado a la memoria histórica de la Guerra Civil Española. En 2006 se inauguró allí la remodelación integral del espacio con un grupo escultórico de la artista Ció Abellí, que reflexiona sobre la irracionalidad de la guerra y el valor de la vida. En esta misma plaza tiene una de sus tres entradas un refugio antiaéreo construido entre 1937-38. Son 100 metros de longitud, un metro de anchura y 1,90 metros de altura, y fue clave para que muchas familias salvaran sus vidas durante los bombardeos de la aviación italiana y los ataques de la marina franquista.

 

 

Otra de las zonas destacadas es la Riera Ginjolers, que llega hasta el mar. Antiguamente, llena de agua, dividía en dos a la localidad, debiendo utilizarse diversos puentes para conectar las calles. Pero con su remodelación pasó a convertirse en una rambla peatonal con la que Roses no solo volvió a unir sus dos partes sino que logró un espacio de paseo y ocio que acoge fiestas tradicionales –como la de Reyes– y diferentes actos de las principales fiestas de esta bella localidad, referente de la Costa Brava catalana. 

 

                                      

     Más información en: http://es.visit.roses.cat/