ASÍ SON LAS IMPRESIONANTES CUEVAS DEL VINO DE CHINCHÓN, LAS MÁS GRANDES DEL SUR DE MADRID

Las Cuevas es uno de los rincones favoritos de los visitantes. El mejor punto de partida para tomar ese primer chato de vino antes de adentrarse en una experiencia que gratifica los cinco sentidos…

 

El Restaurante-Museo “Mesón Cuevas del Vino” de Chinchón es mucho más que un simple establecimiento; es una genuina joya subterránea. Bajo este casi tricentenario templo de la gastronomía tradicional española, aún pervive una galería de enormes tinajas en las que disfrutar de un aperitivo maravillándose por el ingenio y la pericia de la acción humana, capaz de darnos un recinto singular y que hoy en día están consideradas como las cuevas más grandes del sur de Madrid. Un recorrido de metros de historia y tradición en un estado de conservación impecable.

La magia de la arcilla y el tiempo

Con una antigüedad de casi tres siglos, estas cuevas se construyeron inicialmente sin escalones, los cuales se añadieron posteriormente para facilitar el acceso una vez que las enormes tinajas se encontraban ya en su interior. A medida que uno se adentra en la galería, el espacio se ensancha revelando un universo de tinajas singulares. Cada una es una pieza de artesanía única, elaborada a mano y con una capacidad y altura distintas.

Su origen nos lleva a la vecina localidad de Colmenar de Oreja, donde fueron cocidas, una a una, en unos hornos que aún hoy siguen en funcionamiento. El traslado de estas monumentales piezas de arcilla era un auténtico despliegue de logística y fuerza. Se necesitaban hasta una docena de hombres para acompañar los carros tirados por mulas que, con suma paciencia, transportaban cada tinaja hasta Chinchón.

Un Desafío de Ingenio y Pericia

La pregunta que a menudo surge al pasear por estas galerías es, sin duda, la de cómo lograron bajar y alinear estas enormes vasijas en el interior. La respuesta es un testimonio de ingenio y labor. Con la ayuda de cuerdas y el esfuerzo conjunto de hombres y mulas, cada tinaja se deslizaba por la rampa de acceso y se fijaba en su lugar con yeso, asegurando así su perfecta alineación y estabilidad.

Este espacio, de temperatura y humedad constantes, era el santuario donde el vino reposaba y alcanzaba su óptima maduración. El sutil pero cautivador aroma a vino, que aún hoy impregna la atmósfera de las cuevas, es una prueba viva de su noble pasado.

Un Brindis con sabor a historia

Hoy en día, las cuevas se han convertido en uno de los lugares favoritos de los comensales para disfrutar de un primer aperitivo. En sus tres barras y la zona de mesas, el vino de la tierra y el vermut saben distinto. El olor a tierra, el ruido que produce el vino al caer en su vaso, y el ambiente tenue, hace que se valore dónde se está. Un lugar único. Y para acompañar, deliciosas tapas como el chorizo, la morcilla, el queso, la clásica tortilla de patata o el inigualable asadillo de pimientos. Aquí, cada trago y cada bocado, trasladan a otra época.

El visitante también puede deleitarse buscando las dedicatorias y firmas de las celebridades que han pasado por el Mesón. Tras agotar el espacio en la mítica Bodega, donde innumerables personajes ilustres y famosos han dejado su marca en las tinajas, las firmas se extienden ahora a las tinajas de las cuevas, convirtiéndolas en un auténtico lienzo de recuerdos y admiración.

 

 

Más información: https://cuevasdelvino.com/

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