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La innovación tecnológica, una realidad del sector turístico

La innovación se presenta en la sociedad actual como el eje que lidera la actividad turística. Todos los sectores implicados conviven en esta realidad común en la que los avances tecnológicos y la comunicación aceleran los procesos de cambio tanto de los mercados como de los consumidores característicos del Turismo.

El debate organizado por la AEPT junto con E.U.T CENP  en  colaboración con Fundación Ulysses y moderado por la Vicepresidenta de AEPT y Directora del CENP, Business & Tourism School, Mercedes Carreño, ha analizado el papel que tienen los profesionales del sector turístico ante la innovación. Para ello, ha contado con la participación de Andrés Encinas –Ex Presidente de la Asociación Española de Profesionales del Turismo, profesional experto en Hoteles-, Daniel Meyer –Decano de la Facultad de Turismo de la Universidad Andrés Bello de Santiago de Chile-, Fernando Navarro -Director de Innovaética y experto en RSC-, Eva Rodríguez – Profesional experta en Agencias de Viajes-, Adriana Romero -Presidente Foro de Profesionales de Turismo de Argentina, experta en Enoturismo- y Dinnorah Suárez -Directora de Aplicaciones Profesionales CENP y de CS Consulting, experta en Innovación Tecnológica-.

 

La adaptación al entorno, la cultura de calidad, la profesionalización del sector o la formación, a debate en la AEPT

La adaptación al entorno siempre ha sido un punto fuerte en las empresas y profesionales del Turismo. Sin embargo, la situación actual hace que la innovación ya no sea algo cambiante, sino que se presenta como una cultura, una ruta dentro de los procedimientos de cualquier empresa. Por este motivo, es necesaria una cultura de calidad. Independientemente del tamaño de la empresa o institución en cuestión, este término favorece la creación de valor, la búsqueda de rentabilidad y la proactividad del total de los equipos en todo el proceso.

Dos claros ejemplos de la influencia de la innovación tecnológica son las agencias de viajes y el sector hotelero. Las agencias, afectadas por los avances tecnológicos y cambios legislativos, se han visto obligadas a implementar procesos de reinvención y readaptación tendentes al autoservicio. La búsqueda de su supervivencia también ha favorecido que se conviertan en un agente activo en la innovación de producto y desarrollo de destinos, con una clara aportación a favor de la sostenibilidad ambiental. Por otro lado, el sector hotelero es consciente de que la innovación es algo que implica a todos los profesionales, desde los altos mandos hasta los niveles operativos más bajos.

La profesionalización es otro de los puntos clave tratados; saber añadir valor más allá de la técnica es indispensable para desarrollar la innovación. Por este motivo, los profesionales necesitan desarrollar una forma de ser “virtuosa, correcta y adecuada” de manera que, hoy en día, la buena gestión implica la adopción de valores. Esto provoca que la innovación en las instituciones se produzca en la promoción de derechos medioambientales, derechos socio-laborales, derechos humanos y transparencia, buen gobierno y gobernanza.

Si las entidades son capaces de adquirir personalidad, serán también capaces de atraer capital humano, denominado como el gran patrimonio de las empresas e instituciones, donde las nuevas generaciones se incorporan aportando ideas pero con la contingencia de no sentirse escuchadas. Ante este panorama, el debate concluye con la necesidad de la planificación más a largo plazo, así como la necesidad de contemplar una pequeña inversión para aprovechar el valor de las ideas y no la realización de grandes inversiones para aprovechar la capacidad de generar ideas en la organización.

Es indiscutible la brecha generacional que existe. Por un lado, los jóvenes manejan con soltura la tecnología y cuestionan las enseñanzas tradicionales. Por el otro, las generaciones de mayor edad se enfrentan a los cambios con incertidumbre, a pesar de que aprenden a gestionar los avances tecnológicos. Esto provoca el miedo a la innovación, lo que concluye con la necesidad de promover cambios de mentalidad.

Cabe destacar la posición de las instituciones de formación, que se encuentran ante el planteamiento de un nuevo reto: se ven obligadas a gestionar la incertidumbre e intentar anticipar las necesidades futuras. Ante esta situación, se debe empezar a pensar qué necesitan los futuros profesionales. “La innovación en educación existe, pero no va al ritmo necesario”. La última de las conclusiones de esta mesa redonda se ciñe a la necesidad de hacer más atractivos los estudios, aumentar su relación con la práctica. Cambiar el enfoque y dirigirlo a los valores, en vez de a los contenidos.

En definitiva, conseguir formar personas, recogiendo el compendio de conocimientos que ha acumulado durante miles de años de la cultura occidental. Dar propiedad a la actitud, lo que será garantía de que el sector cuente siempre con los mejores profesionales.