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El corazón ‘oculto’ de Roses

Un paseo por el Núcleo Histórico de la localidad rosense, agazapado justo por detrás de la fachada litoral

 

Más allá de su majestuosa bahía, sus playas y sus dos grandes iconos patrimoniales –la Ciudadela y el Castillo de la Trinitat– Roses cobija en sus adentros la más pura esencia de una villa medieval que fue creciendo en el siglo XVIII alrededor de la iglesia parroquial de Santa María, en la plaza de la Iglesia. Un laberinto de estrechas calles plagadas de tiendas, bares y restaurantes en las que perderse sin prisas y olvidarse del tiempo. Una plaza de la Pau, dedicada a la memoria histórica de la Guerra Civil, que incluye un refugio antiaéreo. Y como guinda, en primera línea de mar, casas modernistas y neoclásicas que son el fiel reflejo de la prosperidad rosense en los siglos XIX y XX, entre ellas la espléndida Casa Mallol, sede del Ayuntamiento

 

     La plaza de Catalunya, con vistas al mar, que diverge de la Avenida de Rhode y el Paseo Marítimo –que bordea la majestuosa bahía de Roses, integrada en el Club de Bahías Más Bellas del Mundo–, es la puerta de entrada a la otra Roses, la menos conocida por el viajero que va en busca del sol y el mar. Pero sumergirse en ella, en su Núcleo Histórico, es ir al encuentro de las raíces de una villa que fue creciendo en el arrabal de la Ciudadela.

 

 

La mejor bienvenida son los edificios neoclásicos y modernistas que dan solemnidad a esta plaza, evocando el recuerdo de una época –siglos XIX y XX– en la que el comercio era próspero y las familias adoptaban el estilo constructivo vinculado a los indianos. Dan fe de ello las casas Ramon Rahola, Mates, Canals, Marqués de Linàs y, sobre todo, la modernista Casa Mallol, que data de 1906. Remodelada en 1985, alberga en la actualidad el ayuntamiento. A partir de allí, el visitante empezará a sentir los latidos del corazón de Roses, que conducen hasta la plaza de la Iglesia.

 

 

     La iglesia parroquial de Santa María (construida entre 1792 y 1853) tomó el relevo del monasterio románico de Santa María, cuyos restos –en bastante buen estado­– se cobijan en la Ciudadela. Destaca en ella su fachada monumental ochocentista, formada por grandes sillares e inspirada en la Puerta del Mar de la citada Ciudadela. Y también, a ambos lados, dos modernos campanarios acabados en hierro que suplieron al antiguo, en la parte posterior de la iglesia, de forma triangular. Durante la Guerra Civil, en la que se destruyeron los altares y las imágenes, el edificio se destinó al mercado y a un taller de carpintería. La iglesia fue reformada, estrenando en 1995 su fisonomía actual, con un nuevo altar.

 

 

Lugar emblemático del Núcleo Histórico es también la plaza de la Pau, dedicado a la memoria histórica de la Guerra Civil Española. En 2006 se inauguró allí la remodelación integral del espacio con un grupo escultórico de la artista Ció Abellí, que reflexiona sobre la irracionalidad de la guerra y el valor de la vida. En esta misma plaza tiene una de sus tres entradas un refugio antiaéreo construido entre 1937-38. Son 100 metros de longitud, un metro de anchura y 1,90 metros de altura, y fue clave para que muchas familias salvaran sus vidas durante los bombardeos de la aviación italiana y los ataques de la marina franquista.

 

 

Otra de las zonas destacadas es la Riera Ginjolers, que llega hasta el mar. Antiguamente, llena de agua, dividía en dos a la localidad, debiendo utilizarse diversos puentes para conectar las calles. Pero con su remodelación pasó a convertirse en una rambla peatonal con la que Roses no solo volvió a unir sus dos partes sino que logró un espacio de paseo y ocio que acoge fiestas tradicionales –como la de Reyes– y diferentes actos de las principales fiestas de esta bella localidad, referente de la Costa Brava catalana. 

 

                                      

     Más información en: http://es.visit.roses.cat/

Marta:
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