Este emblemático acceso al casco urbano, último vestigio de la antigua muralla, invita a descubrir la riqueza histórica y cultural de una de las localidades más bellas de Extremadura.
De las cuatro grandes puertas que conformaban la muralla que custodió Llerena, la Puerta de Montemolín es la que se conserva íntegra. Este monumento es uno de los accesos más emblemáticos de su recinto amurallado, alzándose como un testigo del tiempo y como punto de partida ideal para explorar la riqueza patrimonial de esta joya extremeña.
Enclavada en el casco histórico de Llerena, la Puerta de Montemolín es el más claro vestigio arquitectónico que conserva la localidad de las cuatro puertas que conformaban su muralla. Esta es una ventana al pasado que os transportará a un momento clave en la historia de este pequeño rincón de la Campiña Sur, cuando la localidad fue una plaza estratégica durante la Edad Media.
La Puerta de Montemolín se nos presenta como una portada de cantería conformada por un arco de medio punto sobre el que se dispone una inscripción acorde a su construcción y el escudo del rey Felipe II. Dicha puerta esta rematada con un templete de ladrillo con pintura al fresco de la Inmaculada Concepción.
Más allá de su valor histórico, la Puerta de Montemolín es el punto de inicio perfecto para recorrer el entramado urbano de Llerena, donde se pueden admirar joyas arquitectónicas como la Plaza Mayor, la Iglesia de Nuestra Señora de la Granada o el Palacio Episcopal.
Además, la localidad ofrece una experiencia única a los viajeros que buscan sumergirse en la historia, el arte y la gastronomía extremeña. Con un encanto que cautiva a cada visitante, Llerena se consolida como un destino imprescindible para los amantes del turismo cultural e histórico.
Más información: turismo.llerena.org