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CIUTADELLA DE MENORCA, UN CAPRICHO PARA DARSE EN ESTE OTOÑO

Señorial y elegante, esta ciudad es un compendio de rincones y experiencias que, en esta época del año, sorprende más aún a viajeros que buscan ese instante irrepetible.

 

 

La antigua capital de la isla es un enclave que condensa la historia y el encanto más sofisticado del Mediterráneo. Ciutadella de Menorca no es solo la ciudad más poblada de la isla; es un lienzo donde cada civilización ha dejado un trazo imborrable, convirtiéndola en un referente turístico internacional de gusto exquisito. Su ubicación estratégica la hizo codiciada a lo largo de los siglos, y hoy, sus fortalezas, casas señoriales y edificios religiosos nos susurran esas ajetreadas historias.

Ciutadella es el campo base ideal para explorar el oeste menorquín, ofreciendo una amplia y variada oferta de alojamientos, pero es en su corazón donde late la verdadera esencia que fascina al viajero.

La Memoria Pétrea del Casco Histórico

El punto de partida de nuestra ruta es ineludible: la Plaza del Born. En el centro de esta explanada, donde se percibe el profundo aroma a pino que evoca el Mediterráneo puro, se alza un imponente obelisco de 22 metros que rinde homenaje a la célebre batalla contra los turcos en 1558. A su alrededor, el neoclasicismo civil se exhibe con maestría en edificios ilustres como el Palacio Torre-Saura y el Palacio Salort, este último también propiedad del conde de Torre-Saura.

Justo en esta plaza encontramos el Ayuntamiento, un edificio que encarna la evolución histórica de Ciutadella. Si bien el edificio actual comenzó a usarse para estas funciones en 1925, su origen es mucho más antiguo, datando de la época musulmana como una fortaleza (qasr) que derivó en el Real Alcázar. Con los años, fue el Palacio del Gobernador hasta 1865. Hoy, en su interior, el Saló Gòtic nos cautiva, albergando la curiosa galería de retratos de los Hijos Ilustres de Ciutadella.

A pocos pasos, las angostas calles nos invitan a perdernos, con nombres tan curiosos como Que no passa o Ses Voltes (Las Arcadas), que nos guían hacia el edificio religioso más significativo: la Catedral de Santa María.

Elegancia y Devoción: El Gótico Catalán y el Barroco

La Catedral de Santa María, erigida en honor a Alfonso III tras la conquista de 1287, ocupa el espacio de la antigua mezquita musulmana. Su larga construcción durante el siglo XIV siguió los patrones del gótico catalán, si bien se conserva el minarete del templo musulmán transformado en la torre del campanario.

En el exterior, de estructura vetusta y sobria, la Puerta de Llum nos regala capiteles con relieves de animales quiméricos y los escudos de Aragón y Ciutadella, un detalle sutil y fascinante. Ya en el interior, la capilla de les Ànimes destaca por ser una de las primeras construcciones barrocas de la isla.

La arquitectura religiosa nos reserva otra joya: la Iglesia del Roser. Muchos consideran que posee la fachada más hermosa de toda la isla. Su construcción, con la característica piedra de marés –símbolo de las Islas Baleares–, irradia una calidez singular. Concluida en 1750 por la familia Amorós, hoy se ha convertido en una de las salas de exposiciones más destacadas de Menorca.

La Nobleza y el Mar: Casas Señoriales y el Puerto

Pasear por Ciutadella es toparse con la impronta de las familias más notorias de Menorca a través de sus casas señoriales. Estas propiedades son a menudo el resultado de la unión de diferentes casas unificadas en una única fachada. Can Saura, de finales del siglo XVII e inicios del XVIII, es un ejemplo notable, destacando su coronación con ventanillas separadas por columnas y una cornisa volada de profusa decoración. Actualmente acoge el Museo de Ciutadella. Otras fachadas, como la de Ca n’Olivar, con pilastras almohadilladas y cornisa con dentellones, revelan las influencias estilísticas del siglo XVIII, mientras que Cas Baró de Lluriach, el palacete más antiguo, esboza apenas algunos elementos barrocos de finales del siglo XVII.

Al descender, llegamos al Puerto de Ciutadella, un pequeño puerto natural al abrigo de la Tramuntana. Recorrerlo, disfrutando de la perspectiva de las embarcaciones de pesca, es una experiencia que se tiñe de nostalgia mediterránea, ideal a la hora del crepúsculo. Es aquí donde se puede ser testigo de un acontecimiento natural extraordinario: la rissaga, un fenómeno peculiar donde el nivel del mar puede subir exponencialmente en minutos si se dan las condiciones meteorológicas adecuadas. Un dique instalado desde 2011 ayuda a minimizar los daños a la flota, aunque la fuerza del Mediterráneo se sigue apreciando.

Atardeceres Mágicos y Vestigios Talayóticos

Guardando la bocana del puerto desde 1680, se alza el Castillo de Sant Nicolau, una robusta torre de vigilancia de planta octogonal. Su austera vista exterior, rodeada por un foso, se suaviza con la cariátide y el atlante de la portada de 1990. Subir a la terraza que la corona ofrece una de las mejores vistas de Ciutadella y la costa menorquina.

Para una perspectiva aún más especial, el sendero hasta el Faro de Punta Nati es una visita obligada. En este paisaje casi lunar, azotado por la tramontana y flanqueado por muretes de piedra seca, se contempla una de las mejores puestas de sol de Menorca. Se aconseja una prenda de abrigo, ya que los vientos hacen de este punto uno de los más frescos todo el año.

Ciutadella es, en definitiva, un destino que seduce al viajero con su historia viva, su arquitectura de alto abolengo y sus paisajes que invitan al sosiego. Un deleite para los sentidos que la ha alzado como la indiscutible joya del oeste de Menorca.

Más información: www.menorca.es

Marta:
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